Manuel López Sampalo
En plan
Hoy todos los chavales son ecologistas, feministas, antifascistas, animalistas, regionalistas, antirracistas e indigenistas pero de Instagram.
Coincido en un Blablacar con una chica marroquí. Es médico, creo recordar que nefróloga, y ha conseguido hacer la residencia en España gracias a sus excelentes resultados académicos.
Habla un castellano puro, casi se diría que de Valladolid: el que ha mamado en la escuela ... española de Nador. Pero, ay, los vicios adquiridos del idioma: esta doctora, tan inteligente, tan lista, es incapaz de hilar tres frases sin apoyarse en la dichosa muletilla de moda: «En plan». Vacío unos botellines de Estrella Galicia mientras charlo en una terraza del Paseo Marítimo con dos chavalas de Puerto Real.
Una está acabando la carrera de enología y la otra, ay, de filología. Llegado un momento, interrumpo la conversación y de broma les digo que voy a empezar a contarles los «en plan» que utilizan. La enóloga se esfuerza y está casi dos minutos sin caer en el ‘tabú’, la filóloga no tarda ni veinte segundos en volver al ‘en plan’.
Estamos hablando de jóvenes con estudios superiores que son incapaces de construir un discurso sin acomodarse en una expresión prefabricada y colonizadora. Es sintomático de unas generaciones gregarias –los nacidos en el 90 en adelante– que en palabras de Juan Manuel de Prada «pueden completar el Bachillerato sin haber leído un libro», y se queda corto: la carrera también, añadiría yo.
Dice Jorge Bustos en relación a esta chavalería de Instagram y Netflix, que «si cada vez la gente maneja menos palabras, también maneja menos conceptos; y si tienes menos palabras y conceptos tus ideas se empobrecen, tus sentimientos pierden riqueza: empiezas a manejar los mismos registros de los emoticonos. (…) Y si ese es el esquema con el que miramos el mundo nos convertimos en un rebaño perfectamente manejable».
Claro que hay alternativas a esta ‘plandemia’ --por ‘en plan’-- del lenguaje. Prueben a utilizar ‘por ejemplo’, ‘de tal modo’, ‘así’, ‘de manera tal’, ‘tal que así’, ‘tipo’, ‘a la manera de’, ‘a modo de’, ‘es decir’… Incluso hasta el otrora odioso ‘o sea’. Pero ojalá solo fuese un problema epidérmico, que no fuese más allá de la expresión. Denota, como señalan Bustos y De Prada, una importante falta de lecturas (¡oh, sorpresa!). Los libros han sido sustituidos por las series y esto hace que el pensamiento del joven sea mucho menos autónomo que el de generaciones precedentes y su mundo interior bastante más pobre. Como he leído por ahí, formamos a tontos en cinco idiomas.
Es normal que con esa renuncia, por comodidad, al pensamiento propio, a la originalidad, se dejen arrastrar en rebaño por cualquier pastor que les venga con una milonga redentora: de Pablo Iglesias a Greta Thunberg pasando por los activistas del Blacks Lives Matter y del movimiento LGTBIQWERTYUIP.
Hoy todos los chavales son ecologistas, feministas, antifascistas, animalistas, regionalistas, antirracistas e indigenistas. Eso sí, son todo eso sin saber lo que realmente significa: es decir, son ecologistas, feministas, antifascistas, animalistas, regionalistas, antirracistas e indigenistas pero de Instagram.
En plan que comparten por sus redes anuncios de gatitos perdidos, en plan que no saben cuál es la capital de Extremadura y en plan que piensan que El Quijote se pasa la novela embistiendo molinos. Tanto cambio de plan educativo para acabar en este plan.
¡Vaya plan!
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