Manuel López Sampalo
Pemán y Pettengui
Pero el quid de la cuestión es que la izquierda se queda con las sombras de Pemán, mientras la derecha solo evoca sus luces
Estuve el pasado lunes en el Oratorio de San Felipe Neri en el acto de desagravio y conmemoración de los 40 años de la muerte de José María Pemán, organizado por la Junta de Andalucía. Del evento, dice un diputado de Adelante Andalucía, que fue ... una exaltación del franquismo o del fascismo o algo por el estilo. En fin, un (pre)juicio más que previsible de alguien que no asistió al mismo. Uno, que, como el maestro Juan Martínez, estuvo allí, puede dar fe de que este político se equivoca. Si a algo olía en el Oratorio no era a fascismo, sino a Agua Brava y sacristía. Aquello no fue, ni mucho menos, un acto de Fuerza Nueva; pero para que me entiendan, tampoco era el plató de La Vida Moderna. ¿Franquismo? ¡Bah!, si acaso una misilla de meapilas y beaturronas.
Lo curioso es que a escasos quinientos metros de donde se celebró la exaltación pemaniana, en la Casa de la Juventud, ese mismo día y a la misma hora, tenía lugar un evento de lo que dan en llamar memoria histórica, aupado por el Ayuntamiento de Cádiz. El escritor José Pettenghi presentaba un libro sobre la cosa. Las dos Cádiz, las dos Españas, separadas por 3 o 4 calles. Ambas, ay, tan rancias.
Precisamente, Pettenghi fue censurado recientemente por el Diario de Cádiz en un artículo en el que cargaba contra Pemán. A mí, como periodista, esto me subleva tanto o más que el hecho de que el consistorio gaditano le quite una placa al escritor de ‘El divino impaciente’. Me ha llamado la atención el ahínco del periódico de Joly en enaltecer la figura de Pemán hasta el punto de llegar a no publicar (a posterior se rectificaría) una columna porque ponía el foco en las sombras de Pemán. ¿Qué intereses hay detrás?
Y es que Pemán, no es precisamente una figura de consenso o de concordia como se repitió por activa y pasiva en el acto del Oratorio. Si algo es el autor del poema ‘Del ángel y la bestia’ y de ‘El Séneca’, como se ha podido comprobar en las últimas semanas, es una figura de discordia, de división. Pemán, para que me entiendan, no es Chaves Nogales, como tampoco lo es Rafael Alberti. Pemán (y también Alberti) es un personaje con luces y sombras muy perfiladas. Un escritor de claroscuros personales y de altibajos literarios. Lo cuál no justifica que el consistorio borre su huella de su ciudad, porque el autor de ‘La viudita naviera’ fue una figura, para bien y para mal, muy importante no solo a nivel local sino nacional durante el siglo XX. Y la memoria, si consiste en algo, es en recordar. Y este Ayuntamiento, aunque de ideología preadolescente, parece padecer un grave Alzheimer precoz.
Por otro lado, y perdonen el desorden, la consejera de Cultura de la Junta, Patricia del Pozo, anunció un evento anual para la concordia en la que se juntará a las familias de Alberti y Pemán. En fin, ¿concordia? Que Alberti se comportara como un miserable durante la Guerra Civil no justifica que Pemán hiciese lo mismo, y viceversa. De tanto mirar la foto del abrazo pregonero entre ambos poetas, he acabado por ver a dos boxeadores sonados que se sujetan el uno al otro. Repito, más quisiera cualquiera de los dos gaditanos haber mantenido una centésima parte de la dignidad que demostró Manolo Chaves Nogales durante el periodo más difícil de nuestra historia contemporánea.
Pero el quid de la cuestión es que la izquierda se queda con las sombras de Pemán, mientras la derecha solo evoca sus luces. Cada bando ideológico toma la parte que le interesa. Si la derecha organiza eventos hagiográficos en los que omite los ‘momentos delicados’ del escritor, la izquierda en un ejercicio de sinécdoque se queda con el exaltado Pemán de los años 30 olvidando el resto de vida y obra del poeta. Me gustaría escuchar al alcalde Kichi, por ejemplo, alabar al Pemán articulista o reconocer que fue un gran embajador de Cádiz. Me gustaría también haber oído en el acto del lunes a alguno de los intervinientes, valiente, decir que el Pemán de ‘El Ángel y la bestia’ fue un energúmeno, por ejemplo.
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