Manuel López Sampalo

Pemán nunca existió

¿A cuento de qué viene 40 años después tratar de borrar de un plumazo la pluma de Pemán?

Manuel López Sampalo

Sin premio de articulismo, sin teatro, sin busto y sin placa, a José María Pemán sólo le queda que la comisión de ‘me-moría histérica’ del Ayuntamiento de Cádiz saque su tumba en helicóptero de la cripta de la catedral gaditana donde descansa junto a ... Manuel de Falla, a imagen y semejanza de lo que hizo el archipámpano Sánchez con el momio de Paquito ‘el Rana’. Entonces ya, oficialmente, no habrá existido el autor de ‘La viudita naviera’. «¿Pemán?... No, no sé de quién me está hablando. Aquí no hubo ningún tal Pemán».

Hay una foto de Kiki que, como suele decirse, habla por sí sola: en ella aparecen el propio Pemán, viejísimo, y Rafael Alberti –ataviado de marinero– abrazándose antes o después del pregón de carnaval del poeta portuense en la plaza de San Antonio. Al igual que la transición española, aquello significaba la reconciliación de los dos bandos de la guerra civil. La instantánea data del 28-F del año 1981 y apenas habían pasado 5 días del golpe fallido de Tejero y se conmemoraba un año justo del referéndum de autonomía andaluz.

Si ellos, los protagonistas, fueron capaces de fundirse en un cálido abrazo, ¿a cuento de qué viene 40 años después tratar de borrar de un plumazo la pluma de Pemán? Y ya puestos a revisar el pasado, ¿por qué no se ha penalizado también el del poeta de El Puerto, que tiene un instituto a su nombre en la capital gaditana? No lo quiera nadie, pero argumentos hay para ello. Atentos al siguiente párrafo extraído de ‘Las armas y las letras’ de Andrés Trapiello:

«Y si Ortega llamó al también gaditano Pemán de la posguerra ‘pululante Pemán’, ¿qué no diríamos del activísimo Alberti de la guerra, de vida tan paralela esos años a la de su paisano? ¿No se les comparaba acaso en uno de los primeros ‘A paseo’ de El Mono Azul, en el que se acusaba a Pemán de plagiario de Alberti?»

Permítanme que siga citando a Trapiello, esta vez un perfil que traza sobre el autor de ‘El divino impaciente’: «Sus profundas convicciones monárquicas le hicieron mantener un difícil equilibrio con el régimen de Franco. Fue persona cortés y elegante para todos los asuntos y su talante contrasta con la mayor parte de sus conmilitones, que, pese a su conservadurismo en materia literario o política, pasó toda la vida por un gran liberal.»

Y lo peor es que el alcalde Kichi, como queriendo añadir justificantes a la canallada, se pone a hacer crítica literaria como un mal estudiante en su comentario de texto de la EBAU: «que no comparen su obra con nuestra generación del 27. Porque Alberti, Lorca o Hernández se encuentran a un nivel muy superior desde el punto meramente literario. Al menos desde mi humilde criterio. Porque ‘La bestia y el ángel’, por mucho que quieran los nostálgicos, ni se aproxima a los versos de Miguel Hernández en ’Tristes guerras’» Ya lo que faltaba… En fin, visitante que vienes a esta marinera tierra: que sepas que aquí nunca existió un tal José María Pemán y Pemartín. Que sepas que nunca hubo nieve en Cádiz.

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