Manuel López Sampalo
La Españita Cruzcampo
Una filosofía bajoandalucista basada en el hedonismo, el escepticismo cáustico y el costumbrismo rancio; todo ello acompañado de un botellín y mucho cahondeíto
La Españita Cruzcampo es una filosofía bajoandalucista basada en el hedonismo -«gloria bendita»-, el escepticismo cáustico -«nos la suda»- y el costumbrismo rancio; todo ello acompañado de un botellín de cerveza en la mano y mucho cahondeíto. Y que pese a no ser una religión, ... tiene sus diez mandamientos:
1: «El mundo se divide en dos grandes mitades: Cádiz y Sevilla». Escrito por el poeta Fernando Villalón y retuiteado por Pepe Lobo, que es nuestro Steve Bannon.
2: Todo es susceptible de cachondeo.
3: La única derecha que importa es la de Curro. E izquierda, la de Mágico.
4: Somos ateos, como Dios manda; pero morimos por una cervecita en San Lorenzo o en la escalerilla de El Salvador.
5: Nos la trae al pairo lo de Ayuso y lo de Rociíto o con lo que estéis ahora, porque hay dos carteles que rezan ‘Non plus ultra’: uno en La Caleta y otro en la Alameda de Hércules.
6: Aquí lo importante es si huele a azahar o si a ese árbol de la ventana ya le han salido esos penachitos de hojas que parecen plumas de armaos de La Macarena.
7: Hablamos de fútbol, porque de algo hay que hablar mientras se vacía un litro de Cruzcampo en un banquito o se da buena cuenta de un palo cortao en un palacete reconvertío.
8: No sabemos quién es el menda más importante que escribe en La Biblia, pero en nuestro libro sagrado sería Antonio Burgos.
9: No nos hacemos responsables de Manu Sánchez ni de otros intensitos.
Y 10: A quién vamos a engañar, ¡qué vamos a tener mandamientos!
Mas nuestra filosofía quiere responder a una pregunta: ¿Qué pasa con la Cruzcampo? Mucha tontería y guasa, pero luego bajáis por aquí, os la ponen bien tirá y más fría que una caricia de Úrsula von der Leyen, con su espumita rebosante y os derretís. Y su camarero con su carguita y su tapita de menudo. Y esa niña que pasa por la puerta contoneándose con más arte que un muletazo del Paula, con su vestiditito de primavera, la mar de graciosa y dicharachera, y te suelta ella a ti un borderío, con tol’ arte. Y otra cañita, Juan.
Y defendemos nuestro desayuno. El mollete de Utrera con tomate en rodajas, el aceite virgen extra y el jamón de la pata. Un cortaíto y el chorrito de Cazalla. La cuenta con tiza en la barra de chapa. Acompañado de buena prensa en papel, que la nómina de columnistas de la Baja Andalucía es el once del Brasil de los 70: García-Máiquez, Paco Correal, Antonio Burgos, García Reyes, Antonio Barbeito, Paco Robles, Fernando Santiago, Luismi Fuentes… Ese artículo costumbrista y cachondón que bebe de Pemán.
Y nos cae bien la Tere -entre Lola Flores y Evita Perón-, que es de Rota -y su Kichi, que es de Rotterdam- y que pone sus ovarios en la mesa y asusta, empoderaíta perdía, al cojudo del coletas. Y viva este eclecticismo filosófico nuestro, que estoy alabando a la par a Tere y a Pemán. Y eso que aún no han tocado a Ángelus. Y cómo hablamos. Que hasta el propio Margaro, más castellano que un cochinillo comunero, se tiene que rendir. Que nada más salir de casa y girar la esquina ya hemos pasao por la ‘casapuerta’ y la ‘bocacalle’.
Y los pregones. Que es volver a contarnos lo mismo cada año. Que no es lo que contamos, sino cómo lo contamos. Miren, en la serie Juncal hay una escena muy representativa de esto que digo: Al propio Juncal (Paco Rabal), torero buscavidas, le está limpiado los zapatos el Búfalo (Rafael ‘el Brujo’) en una tasquilla de El Arenal, y el primero le pide al segundo que le cuente por enésima vez aquélla ocasión en que fue a verle torear a El Puerto. Hipnotiza la narración del Búfalo. En fin, dará que hablar, la Españita Cruzcampo.