Cuando el Manteca es el bar de Moe
El tabernero irrumpió con el teléfono inalámbrico en la mano preguntando a gritos por Marcos Ondarra
El caso es que en su día grande, el 7 de julio, los navarros mataban las penillas, ay, como buenamente iban pudiendo. Txapuli, que cuando residía en Cádiz entrenaba los encierros en la cuesta de Jabonería y le rezaba el ‘Entzun arren San Fermín’ a ... la imagen que allí hay de Fray Leopoldo de Alpandeire como si fuese el santillo moreno; decía que Txapuli se entregó en los madriles a la ingesta inmoderada de pacharán y acabó la jornada con unos mariachis cantando coplillas de Joaquín Quiñones, que es un ‘Pobre de mí’ al 3x4.
Por su parte, mi maitía Marcos Ondarra --todocampista en El Español que comparte apariencia física con Imanol Erviti-- se dejó caer por esta buena tierra del tanguillo y la convidá. Allí me lo encontré en la barra del Manteca dando buena cuenta de un papelón de chicharrones que regaba con Solera 1847. A las primas Mendiluce, que cuentan que están de buen ver aunque yo no las vi, ‘las’ había dado cinco eurillos para unos butanos de Cruzcampo y un paquete de pipas y las había despachado a La Caleta a hacerse fotos para el Instagram.
Mientras mi compadre pamplonica, entre tortillitas y queso payoyo, me ponía al día de lo que se cocía en los foros de plumillas y tertulianos de Madrid, el tabernero, en una escena propia del bar de Moe en Los Simpsons, irrumpió con el teléfono inalámbrico en la mano preguntando a gritos por Marcos Ondarra:
¡Marcondarra! ¿¡Dónde está Marcondarra!?
A mi maitía, el morenillo rojizo que traía de su retiro en Sancti Petri se le bajó a los pies y se quedó más blanco que el humor de José Mota. «¿Pero quién me va a llamar a mí al fijo de Casa Manteca?» debió pensar poniéndose en lo peor: un jamacuquillo de la tía abuela Ricarda, un toque de atención de Pedro J., un gol de Dinamarca en propia meta…
Yo, asomando el colmillo de la risa, contenía el descojone intuyendo de quién era la llamada. ¿Qué única persona es capaz de tal genialidad táctica, ¡de llamarte al fijo de Casa Pepe-Manteca como si aquello fuera el bar de Tinín de Cuéntame!? Pues sí, quién iba a ser: Jesús Nieto Jurado. La cosa es que Nieto, navarro de la parte de El Barraco, andaba preparando la Vuelta a Burgos subiendo a Campoo desde Reinosa y en un kit-kat le dio por marcar el 956 del famoso despachillo de vinos viñero a sabiendas de que nos encontraría allí. No sé bien de qué hablaron por teléfono; probablemente dirimían asuntos del corazón, y es que Ondarra y Nieto comparten lo que ahora los chavales llaman ‘crush’, o sea, un amor platónico de toda la vida o musilla en términos de pluma y tintero. Acaso la chica responde al nombre de Bea Fanjul y es la única diputada nacional del PP por el País Vasco. Fueron como dice la canción del corazón a sus asuntos y Nieto Jurado acabó cantando estribillos de Juan Carlos Aragón por el manos libre del fijo de casa Pepe. Se montó allí un miércoles de carnaval en pleno día de San Fermín.
A todo esto yo, que comparto año con el prefijo de Madrid, venía a contarles que anteayer me clavaron la primera dosis de Moderna en Elcano, pero que más me dolió el garrochazo que nos metieron en el Manteca y es que al ver la cuenta supimos que la llamada de nuestro genial amigo era a cobro revertido. En fin, aún confiamos en un bizum redentor de Pandemonio que nos libre de la fregada de platos que debemos en la ilustre tabernilla.
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