El Apunte - OPINIÓN
Mano negra y golpistas
El que pasaba por el edil más capacitado del Gobierno local se abona a la teoría de la conspiración
El uso conveniente de una mano negra reporta muchos beneficios. Es muy socorrida. Tanto, que la mayoría aprendemos a usarla en los primeros años de escuela («me tienen manía») y no la soltamos nunca («los inmigrantes/vecinos/oponentes/andaluces/españoles/mexicanos/griegos/turistas... Nos roban»).
El asunto es invocar un ente desconocido –o tan amplio que sea imposible concretar– para culparle de cualquier mal, de toda desgracia, de lo que ha ocurrido por imprevisión, desgracia o incompetencia. La culpa, como el infierno de Camus, siempre está en los otros. Si la teoría de la conspiración tiene múltiples ventajas, una de las mayores es que su uso es ilimitado. Una persona, un colectivo o una institución puede achacar a las pérfidas acciones de esa oscura garra –nunca identificada, menos aún probada– cualquier calamidad que le suceda, cualquier error o negligencia, todos los incumplimientos. Hasta la pereza.
Todo lo que salga mal viene de los perversos hilos que manejan seres malignos que se reúnen constantemente a conspirar contra la causa, la mía. Los malos, que no tienen nunca nombre ni rostro, ponen zancadillas a todo lo que se haga. En algunos casos, demuestra la historia, puede ser verdad pero el complot es infrecuente y el mérito está en usarlo siempre, en cualquier contingencia, como excusa. Siempre habrá partidarios o incautos que se lo crean.
El Gobierno municipal de Cádiz, y especialmente el que pasaba por ser el edil más capacitado, David Navarro , ha perfeccionado esta eterna técnica hasta convertirla en un mantra, una letanía que cubre todas las semanas de cada mes. El PSOE nos bloquea, los medios mienten, «prensa española, manipuladora», el PP boicotea, Ciudadanos está urdiendo un complot para hacerse con el control de Onda Cádiz (debe de ser tan importante que hasta un «golpe de estado» vive, según el edil), para usurpar la Alcaldía. Siempre están detrás los antiguos responsables, el resto de partidos, los viejos organizadores de esto o aquello, los colectivos vecinales o determinados colectivos profesionales que se resisten a un cambio benéfico por intereses oscuros, espurios, fruto de la podredumbre moral. Otra vez la teoría.
Los ejemplos suman decenas en 26 meses de gestión municipal pero ayer llegaron los más sonoros. Fueron dos en la misma jornada: mano negra en la venta del hotel del estadio y golpe de estado en Onda Cádiz. Serían los titulares. El fondo es el mismo: la culpa es de los demás, esos sin rostro ni nombre que lo fastidian todo.