OPINIÓN
Los males de la Semana Santa: todo por una vara
Hay personas que no son conocidas ni en la escalera de su casa y que encuentran su único refugio dentro de una organismo cofrade
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Si hace unas semanas hablaba de los males que asolan al concurso de agrupaciones del Carnaval no piensen que las Hermandades y la Semana Santa gaditana no tienen de esos males.
Cierto es que, quizás porque en esta fiesta no hay en juego el dinero ... que si hay en el Carnaval, pasan más inadvertidos para el resto de los mortales que no están integrados dentro de alguna Hermandad o entidad cercana a la misma pero, como las 'meigas' gallegas, 'haberlos haylos'.
Entre los principales, y quizás el más peligroso, es el afán de protagonismo de muchos de los que se acercan. Que en este mundo hay muchas personas preparadas, cualificadas y optimas para ocupar los cargos en las Juntas de Gobierno de las Hermandades o en los Consejos Locales, es cierto, pero después hay quien se acerca únicamente para poder presumir de algo. Hay personas que no son conocidas ni en la escalera de su casa, como se suele decir habitualmente, pero que tienen ínfulas de ser alguien conocido y encuentran su único refugio dentro de una organismo cofrade.
Piensan estos que el ir a una toma de hora en la Catedral, salir en una procesión con una vara o en una fotografía lo más cercano al paso le va a dar una notoriedad en la sociedad civil de la que se sienten huérfanos al no tener nada a lo que agarrarse en su vida. Piensan que con esto ocuparan un puesto social que cubrirá sus carencias personales. Pero la verdad de todo esto es que no dejan de ser personas que vienen a servirse de la institución a la que representan, no a servir a la misma, y que, por lo tanto, lo único que hacen es parasitar al organismo, cual sanguijuelas, chupando de la misma lo que necesitan para tener su ego cubierto.
Cierto es, que nos encontramos personas así en todos los ámbitos de la Semana Santa, desde cargadores que se creen Superman o que son los mejores 'bailando' las marchas a músicos que se creen al nivel de Font de Anta, pasando por miembros de Juntas de Gobierno que piensa que tienen la misma categoría que Cayetano del Toro.
El afán de protagonismo de estos personajes hacen que, cuales Luis XIV, piensen que la Semana Santa son ellos, y sin ellos la misma no podría funcionar, sin darse cuenta que cuando dejen de ocupar el cargo que tienen volverán al mas absoluto anonimato social, mientras que la Semana Santa seguirá perviviendo a tan dolorosa perdida de esa persona y su afán de protagonismo.
La verdad que poco a poco estos entes ávidos de protagonismo van aburriendo a las personas que, como decía al principio, son los que de verdad trabajan por nuestras instituciones religiosas de Semana Santa. A los que van haciendo, día tras día, que se les agote las fuerzas de luchar contra los problemas propios de las Hermandades y contra aquellos que lo único que quieren es un cargo en alguna de ellas para sentirse realizados y poder presumir en alguna que otra tertulia o barra de bar de su condición de cofrades aunque no hayan doblado nunca la espalda en una limpieza de enseres, reparto de túnicas o en una barra para sacar fondos para sufragar los gastos de la Hermandad.
Desde luego, por dia que pasa, se me hace más difícil comprender como siguen las Hermandades de Cádiz sobreviviendo teniendo a muchas de estas personas en su seno.