Opinión
La mala leche
Estoy loco por oír un cuplé del Selu o de los del Perchero que sirva para aguantar por unos días mi mala leche intrínseca
Un mundo increpado y lleno de gente con mala leche es el que nos estamos encontrando últimamente por cualquier parte donde miremos. En Chile mi amiga Carolina no puede ni escribir versos porque la situación es calamitosa. Protestas a diario contra los decretos caprichosos de ... un gobierno que no sabe cómo salir a flote jodiendo al pueblo. Algunos muertos y centenares de heridos avalan la trayectoria que lleva esta singladura de reivindicaciones. Ella está triste y su mala leche aflora con una huelga de versos caídos. En Inglaterra el angustioso y renombrado Brexit hace temblar los cimientos de aquel país y de toda Europa. Mientras ingleses pros europeístas e irlandeses escupen su mala leche contra Boris Johnson, éste a su vez hace cabrear a todos los que no logra convencer con su plan para la disidencia. Muchos llanitos temen que el Peñón de Gibraltar pase a ser bautizado como La Roca Ibérica y los linenses ya temen que la Línea de la Concepción vuelva de nuevo a llamarse La Línea de Contravalación o Línea de Gibraltar como se llegó a llamar en el siglo XVIII como defensa de las infinidad de veces que estuvo sitiada la población por los ingleses. En Cataluña la mala leche irrumpe a borbotones de todos los clanes. Están todos los independentistas muy cabreados, tanto radicales como pacíficos. Los primeros porque su radicalismo social hace desarrollar a su “mala follá” como dicen en Granada, arremetiendo contra todo y todos aquellos que se pongan en su camino y lo pagan hasta con los televisores y patinetes del Mediamarkt que casualmente estaban por allí. Los pacíficos en cambio sacan su mala leche tirando bolsas de basura a la policía y cortando carreteras para putear a sus paisanos, los cuales sacan también su mala leche al no poder ir al trabajo o perder el vuelo que contrató. Los no independentistas por su parte sacan su genio celtíbero en defensa de sus derechos y piden a gritos sordos seguir perteneciendo a España y a no perder la identidad de sus padres andaluces, manchegos, extremeños o del resto del país que a su vez nos cabreamos cuando oímos que se nos llaman fachas a todo aquel que no nació en su país catalán.
La mala leche es un síntoma intrínseco en el español, aunque varía en grado según de donde provengamos. Se decía que vascos, valencianos y granainos eran los que más tenían ésta condición pero personalmente pienso que todos llevamos en nuestras ubres la mala leche almacenada, sólo habría que apretarnos el pezón con mayor fuerza a unos que a otros para que saliera unas gotitas o un gran chorro del tal agriado y blanco elemento.
La mala leche en carnaval está siempre a punto de caramelo. Si tu agrupación queda segunda nuestra mala leche aflora de inmediato hacia el jurado y todo el que se ponga enfrente. Estoy seguro que si más de uno tuviéramos delante en el momento de decir el fallo del jurado a un miembro de ellos, le proferiríamos de todo menos bonito, nos acordaríamos del trabajo nocturno de su madre y hasta de los adornos tan originales que le salen de la cabeza al padre.
La mala leche es un síntoma de protesta y de lucha muchas veces pero en otras de impotencia y desesperación.
Estoy loco por oír un cuplé del Selu o de los del Perchero que sirva para aguantar por unos días mi mala leche intrínseca.