José Manuel Hesle - OPINIÓN
La madre que los parió
El careto de los candidatos vigilándonos desde las farolas nos ha cortao un tanto el punto
Al fin dejamos atrás una desconcertante Navidad que, con un más que perceptible titubeo y así como quien no quiere la cosa, se coló de puntillas tras recontar la última papeleta de la cuarta votación, catalanas aparte, de éste completo año y que concluyó con los Reyes Magos en la cola del estadio esperando que abriera la taquilla pa el Falla. Lo cierto es que el careto de los candidatos vigilándonos desde las farolas nos ha cortáo un tanto el punto, porque la verdad sea dicha resulta bastante chocante eso de llegar, al bucólico pueblecito de la sierra y que en vez de recibirte el destellante rótulo de Felicidades lo haga una pancarta pidiendo el voto pal Pedro, pa los autoproclamados equipo con tal de no ir al debate, pal coleta o pal muchachito catalán ese tan guapote. La fortuna tuvo en esta ocasión dos oportunidades una comunitaria en modo urnas y otra más privativa, la tradicional, en versión bombos. En la primera la cosa quedó pero que mu repartía, tanto que el gordo no se lo llevó ninguno. Más que café lo que hubo fue achicoria pa tos. Unos aspiraban a volver a casa por Navidad y no lo han conseguido ni en feliz compaña. Otros pasaron la Nochebuena desmontando el árbol y evitando al cava en Nochevieja. Los de sanidelfonso si que han sido más dadivosos, sobre todo con el negrito almeriense al que casi nadie ha podido resistirse a vincularle con el atributo que desde primeros de diciembre ha sido indiscutible trending topic en todas las redes sociales. No tenemos remedio. La resaca del 21 no nos dio asiento en esta ocasión ni pa imaginarnos con Curro en el Caribe, menos aún espíritu pa encontrarnos con el mágico calvo de la suerte. Y ya está porque lo del tamborirero y la Caballé mejor ni tocarlo. Esta Navidad ha sido tan insólita, que pa compensá Barragán y Casal tuvieron que hincarse veinte uvas al ritmo de cuplé. Por otro lado, espabilaos los que se dice mu espabilaos tampoco parecen haber estao los contendientes ya que de lo contrario hubiesen antepuesto una nueva reposición de la ‘La vida de Brian’ al estreno de ‘El despertar de la fuerza’ de Star Wars. Hubiera sido lo suyo. Otro pelotazo, fijo.
Y es que el año empezó avisando. De pronto al personal le dio por dejar de resignarse y por acampar en las plazas. A rallarse con aquello del Si se puede, del No nos representan y a hacer cosas tan excéntricas como aplaudir sin hacer ruido. A levantar las manos todos a una. Empezó a oírse hablar de círculos, plataformas de afectados, mareas multicolores, comités anti desahucios y corralas. Al tiempo, las gentes decentes, las de toda la vida, las que usan trajes de Hugo Boss y corbatas Marinella comenzaron a visitar los juzgados, alguno hasta pudo comprobar las comodidades de la prisión por el mismo inaugurada. A la par las colas de carritos para recoger alimentos daban la vuelta a la manzana y los comedores benéficos se quedaban sin existencias. La primavera fue ya el barrunto de un 15 que presagiaba el agotamiento del modo de organizarnos socialmente y el alumbramiento de estilos distintos, más cooperativos, diversos, sostenibles y participativos de edificar lo colectivo. Reparé entonces en aquello de los idus romanos como fecha de benéficos augurios. Algunos por la cuenta que les traía optaron en ponerse de perfil a pesar del sinvivir que a Susana le costó formar gobierno en Andalucía. Y, como no podía ser de otra manera, a los idus de marzo siguieron los de mayo. Y las mochilas sustituyeron a los Gucci. Noqueados permanecen todavía algunos lo que no les ha impedido, dado el interés en juego, limitar la contumacia en la defensa de lo indefendible. Y llegó el 20 D y el pronóstico se cumplió.
Y ahora qué. Pues, si la senda emprendida se mantiene y la venda sigue cegándonos la visión, no nos quedará otra que retomar lo dicho por A. Guerra en aquel apasionante 82, a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió. Tras el vértigo que yo recuerde tan mal no nos fue.