Luces
Para llevar a cabo su tarea, el sistema social necesita de la colaboración inexcusable de otros subsistemas sociales, principalmente del de la política y el derecho
No voy a negar que tengo cierta propensión –no sé si genética o debida a la experiencia– a ver la botella medio vacía cuando está por la mitad. Quizás se trate de cierto mecanismo psicológico de defensa que me mantiene alerta en el sentido de ... que todo pudiera ir a peor. No digo ya nada cuando, como ocurre en el caso del desarrollo social de nuestra provincia, la botella, apenas consultas una serie de índices, ni siquiera llega a la mitad. El paro, la falta de tejido industrial consistente, la supeditación del empleo al sector de los servicios son algunas de las grandes trabas que nos hacen ir a los gaditanos en el furgón de cola del tren de eso que hemos venido a llamar progreso. Voy a tratar, no obstante, de luchar contra mis resortes interiores y verter un buen chorro de líquido en forma de optimismo para tratar de alumbrar los caminos por donde nuestras perspectivas de futuro, como me solicita LA VOZ, podrían encontrar salidas.
Javier Sánchez Rojas, recientemente nombrado Presidente del Consejo Andaluz de Cámaras de Comercio, con quien mantengo ciertas complicidades pictóricas, me presta su potente linterna de conocimientos sobre la realidad económica provincial para evitarme el ir dando palos de ciego.
Vamos a partir de la base de que la economía es un subsistema de la sociedad que trata de aportarle a esta sus propias soluciones. Rigiéndose por su código del tener/no tener, no podemos pedirle que atienda a consideraciones morales como la limitación de la ambición o el reparto equitativo de la riqueza. Más bien actúa en sentido contrario a esto último. Su cometido es crear grandes concentraciones de capital en una minoría para aumentar la escasez del resto. Esto no es una crítica a su forma de funcionamiento. Ya digo que, como sistema, no se orienta por reflexiones de calado ético. Esta ‘amoralidad’ es una característica que no le pertenece en exclusiva, sino que es propia de todos los subsistemas sociales. El desequilibrio que se instala dentro de los circuitos económicos en base a sus propios mecanismos de funcionamiento, de manera análoga a los desplazamientos de la corriente eléctrica entre los bornes positivo y negativo de una batería, produce grandes flujos de comunicación entre ambos polos y eso aumenta la complejidad del sistema. Ese aumento de complejidad lo observamos en términos contables como incremento de la producción, ampliación del tejido comercial, liberación de los movimientos crediticios, dinamización en la contratación de mano de obra, en definitiva, como aumento de la riqueza.
Para llevar a cabo su tarea, el sistema social necesita de la colaboración inexcusable de otros subsistemas sociales, principalmente del de la política y el derecho. Son sistemas enfrentados, basados en la rivalidad de sus códigos particulares de funcionamiento, tanto en cuanto cada uno de ellos ofrece diferentes soluciones a los problemas que surgen en la construcción acelerada de la sociedad moderna. Pero se necesitan unos a otros con más fuerza cuanto más se acentúa su competencia. Esta lucha entre el imprescindible egoísmo y la cooperación forzosa está en la base de las grandes irritaciones sociales que debemos soportar hoy en día en nuestra vida diaria.
En su análisis, Javier Sánchez hace continúa referencia a la obligada colaboración entre la economía y la política para sacar a la provincia de la difícil situación en que se encuentra dentro de la vorágine competitiva del mundo en que vivimos. Lo primero que reclama es el fin de la incertidumbre política. Que las aguas comiencen a bajar más calmas desde el gobierno de la nación parece ser una de las premisas para que el sistema económico se tranquilice y, con ello, disminuya la incertidumbre empresarial sobre los riesgos de futuras inversiones y los flujos financieros abandonen los refugios bancarios hasta materializarse en empleo. Y como la premisa básica para la contratación de mano de obra es que las inversiones produzcan beneficios, cree indispensable una mayor atención y estímulo a las empresas por parte del poder político. Entiendo que ‘atención y estímulo’ viene a significar que la legislación laboral (no voy a hablar de reforma, que esto parece ser mentar la bicha) considere el necesario equilibrio entre los dos objetivos mencionados, beneficios y empleo, y que los imperativos fiscales se ajusten en la medida de lo posible al tratamiento sensible propio necesitado por un convaleciente al que se le quiere procurar un buen estado de salud. Por eso pide mayor colaboración institucional.
Pero es preciso tener en cuenta que mientras las empresas, que al fin y al cabo son organizaciones que basan sus decisiones en objetivos presupuestarios y productivos, el sistema político ha de preocuparse de la gestión del poder por parte del gobierno (independientemente de las tendencias ideológicas), y este ha de enfrentarse principalmente a los poderosos enemigos interiores que se lo disputan, lo que en conjunto se conoce por oposición. Las metas que se persiguen son, pues, diferentes, aunque ambos ofrecen soluciones a los problemas de construcción social en base a las comunicaciones interiores que se producen en cada uno de ellos. Y han de llevarlo a cabo con el uso de instrumentos simbólicos de carácter general que obran el milagro de hacer posible lo improbable, me refiero en concreto a las leyes y al dinero. Herramientas ambas capaces de mover las voluntades de los hombres de manera eficaz y podría decirse que sorprendente. Las retribuciones salariales y las imposiciones ejecutivas son las que aseguran la ejecución de los trabajos y la verificación de los pagos.
Javier Sánchez vislumbra en el horizonte dos acontecimientos claves para la activación económica provincial. Por un lado la recuperación de la autopista Jerez-Sevilla. Imagino que la liberación de esta vía de comunicación y transporte de mercancías puede repercutir positivamente en el abaratamiento de los costes y el aumento del tráfico de mercancías. Por otra parte, espera que se acabe materializando la inversión de los mil millones de euros que Cepsa tiene prevista para la modernización de sus instalaciones en el Campo de Gibraltar. Esta importante inyección, no solo por lo que significa en sí misma como movimiento de distribución de la riqueza, sino por los efectos nutritivos que puede desencadenar en sectores directa o indirectamente relacionados con el refinado del petróleo, se espera como agua de mayo en esta tierra donde la sequía económica, en conjunción con la de los cielos, suele tener efectos paralizantes.
Si se concreta lo anterior, se articulan, además, las correspondientes medidas para la amortiguación del Brexit, cosa que parece será una realidad a fin de este primer mes del año recién estrenado, y se logra un progresivo crecimiento en la exportaciones de los productos provinciales, tanto del sector primario como del industrial, todo junto podría venir a poner su correspondiente granito de arena (chorrito de agua, podríamos decir por seguir con la metáfora) para conseguir que la botella dé la impresión de estar medio llena.
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