Opinión

Lobos

Sin duda, Susana Díaz, independientemente de su tormentoso futuro político a partir de este momento, se ha ganado ya un puesto en la historia por dos importantes logros

Sin duda, Susana Díaz, independientemente de su tormentoso futuro político a partir de este momento, se ha ganado ya un puesto en la historia por dos importantes logros, uno político, otro literario. El primero, la pérdida del poder por parte del PSOE en Andalucía después ... de casi 40 años de hegemonía. El segundo introducir una importante variación en el famoso cuento de ‘Pedro y el lobo’.

En este relato, el pastorcillo alertaba por anticipado de la llegada la fiera con propósito doloso. En la versión susanesca, la pastorcilla avisa, muy pero que muy en serio, de la llegada del lobo de la extrema derecha, pero lo hace a destiempo, una vez que lo tenemos ya metido en el redil.

En política, las informaciones pueden valer su peso en oro más por el momento (‘tempo’, que dicen) en que se producen, que por el contenido en sí. En su negra noche electoral, la todavía presidenta de la Junta alertó una y otra vez de la venida del lobo con apesadumbrada voz de tonadillera. Sí, la alarma puede que estuviera justificada pero llegaba con mucho retraso y, precisamente esa demora delataba las costuras de maniobra desesperada de perdedor. Instalada en su bucólico jardín de San Telmo, la pastorcilla no se había apercibido a tiempo del peligro.

Sin duda, la mujer estaba mirando para otro lado. Sus prioridades eran otras. Por ejemplo amortiguar con simpatía impostada de ‘photoshop’ los ecos escandalosos de las imágenes de los dos presidentes anteriores de la Junta sentados en el banquillo de los acusados. Precisamente, las dos figuras políticas de las que ella es heredera universal dentro de un régimen endogámico instalado en nuestra tierra a base del cultivo del voto cautivo que, por fin, parece haberse liberado.

Por otra parte, si te acercas a la urna en plan madraza, con eso, en lugar de suscitar tiernos sentimientos familiares, corres el riesgo de reavivar el recuerdo de haber traído a un hijo al mundo en una planta de hospital reformada en plena operación de trasvase de la sanidad pública a manos privadas y con listas de espera que en muchos de los casos conducen directamente a la muerte. Ahora, a la derrotada Merkel sureña no le queda otro argumento que mentar a la bicha, apurar el mensaje del miedo para mover a las fuerzas democráticas a hacer frente común frente a la sorpresiva amenaza neofascista.

En el shock desencadenado por la debacle todavía podía comprenderse que, con rostro desencajado, recién arrancada la máscara de una alegría que como se demostró no venía a cuento, Susana intentara salvar los muebles, pero días después, cuando incluso desde Ferraz le piden que haga mutis por el foro de manera elegante, ella sigue soñando con que se le aparezca la Macarena en forma de rencillas entre sus adversarios o en forma de piña democrática y le toque el Gordo de la investidura.

Esto recuerda al entrenador del equipo que desciende de categoría, tras una campaña rebosante de despropósitos, y no le queda otra que intentar mantenerse en el cargo, aun contra el deseo de su propia directiva, señalando a una turbia conspiración arbitral como causante. A los políticos como Susana, propensos a la levitación, más les valdría que se tomaran un tiempo de reflexión para hacerse cargo de su responsabilidad en la llegada de los lobos del odio y del oportunismo político –que existen– en lugar de anunciarla a voz en grito cuando ya los tenemos aquí.

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