EL APUNTE
La libertad, dentro de la Universidad
Es incomprensible que en un foro como el universitario se vete la presencia de un ponente por supuestos problemas de seguridad
La Universidad, en mayúsculas, es el templo de la libertad. El foro idóneo para el debate, para intercambiar opiniones, consentir y disentir, escuchar y reflexionar. A este espacio se le otorga hasta un tratamiento especial del que carecen otros lugares, emancipándola de poderes públicos, grupos ... de presión e intereses económicos y empresariales. Por ello es incomprensible que un ponente, de ideas discutibles (para muchos), sin más delito que realizar su trabajo, sea vetado en una conferencia por «problemas de seguridad».
¿Quién, quiénes amenazan con reventar la charla de Agustín Martínez, el famoso abogado de la Manada? ¿Quién se cree con suficiente legitimidad? Y lo que es peor ¿quién lo consigue? ¿O no es todo una excusa? Indigna comprobar que tras 40 años en libertad un español no pueda expresar sus ideas por miedo a su integridad física o a la de los alumnos que acudan a la cita. Es deber de los organizadores asegurar su presencia, incluso como desafío contestatario a la intolerancia, y si no son capaces, cierren la puerta al salir.
Quedan en la retina esas desagradables imágenes, cuando el ahora ministro Fernando Grande-Marlaska se marchaba insultado de las aulas entre un fuerte dispositivo policial y hasta cargas por parte de los agentes. Siete años después su compañero en el Gobierno en funciones, José Guirao, de Cultura, centra el foco en el abogado excluido asegurando que «es un liante» y aconsejando que «cambie de medicación». Ese es el nivel del máximo responsable cultural en España, con un discurso más propio de un bar de tapas entre amigos que de una Universidad donde germina el futuro de nuestro país. Y tuvo total libertad para decirlo, faltaría más.