Yolanda Vallejo - HOJA ROJA
Leyendas de pasión
Hoy es Domingo de Ramos, y mañana empieza la nueva estación, y qué quiera que le diga, la primavera –nos guste o no- la sangre altera
Hay pocas cosas tan estimulantes como la primavera abriéndose tímidamente paso entre las grietas que va dejando el invierno -¿hemos llegado a tener invierno?- renovando colores, olores, sonidos y sabores como ofrenda casi mística de un tiempo que nos parece nuevo. Este año los naranjos, que han florecido dos veces –efecto colateral del cambio climático-, no han parado de anunciar que no estamos en el día de la marmota, aunque lo parezca, poniendo sobre la mesa que a pesar del estancamiento político, y de los idus de marzo, y de todas las puñaladas traperas, llevaba toda la razón Ian Malcolm –el de Jurassic Park- cuando decía aquello de “Life will find a way”, que traducido resulta, la vida se abre camino. Después de esta cursilada tiene usted todo el derecho del mundo a pensar que tanto cambio de bandera –sigo sin entender por qué nadie les ha dicho que el pendón no representa a la provincia- o el incienso en suspensión que flota en el aire de estos días, me ha cegado por completo las entendederas, pero hoy es Domingo de Ramos, y mañana empieza la nueva estación, y qué quiera que le diga, la primavera –nos guste o no- la sangre altera.
O al menos eso es lo que parece cuando se contempla la relación casi sentimental entre el Ayuntamiento y el Consejo de Hermandades y Cofradías. Quién les iba a decir hace un año –cuando se hablaba del excesivo coste para el consistorio de la cera y la limpieza de la ciudad tras las procesiones- que estarían así de amartelados. Torpones como adolescentes en su primera cita, disimulando las horas perdidas pensando en qué ponerse, en cómo actuar, ensayando miradas, repitiendo en el espejo frases cortas, que diré, que no diré, si le daré mi móvil, si pagará él… Ay! Qué estupendo todo. Así acudió el presidente del Consejo, Martín José García, con un dress code de lo más casual a firmar la subvención municipal destinada a las cofradías, un look totalmente en las antípodas del encorsetamiento y la formalidad de años anteriores. Nuevos tiempos. Tal vez el miedo a lo desconocido, el querer agradar… Lo mismo le pasó al alcalde el domingo pasado en el pregón de Semana Santa ¿quién lo ha visto y quien lo ve? Traje y Obispo, palco y Ángelus. Compañeros de viaje más extraños se han llegado a ver.
Porque lo que sí es cierto es que, aunque existen amores que matan, en esta relación ambas partes están condenadas a entenderse. Con sus tiras y sus aflojas, vale, pero condenados a entenderse. Y si el Ayuntamiento no ha cedido al final el Centro Municipal de la Mujer para instalar allí lo de los masajes a los cargadores –una pena, la verdad, porque este año amenazaban además con hacerles revisiones oculares y graduaciones ópticas- y si tampoco ha cedido con la recreación de Ivanhoe en el Palillero, ni con la programación de Música en Cuaresma, sí es cierto que lo que se ha logrado es mucho más de lo que se esperaba en un principio, cuando en pie de guerra, cada contrincante evaluaba de lejos las fortalezas y las debilidades del otro.
No habrá representación municipal en los desfiles procesionales –bueno, salvo la que usted y yo sabemos, y no volveremos a mencionar. Tampoco tiene por qué haberla, al fin y al cabo, el Ayuntamiento no organiza las procesiones ni tiene que lucirse en ninguna presidencia más que en la de la Casa Consistorial. No habrá ceremoniales de entrega de bastones y esas cosas, pero en cambio, sí hubo cesión del salón de plenos para la presentación de la revista Getsemaní –me pueden tanto los nombres de las revistas cofrades como su contenido- y cesión del teatro Falla para el pregón con presencia del alcalde incluida, que ya es mucho más de lo que se esperaba.
Porque, al fin y al cabo, va a resultar que no es tan difícil entenderse. La campaña presentada por el Ayuntamiento con el sugerente nombre de “Vive Cádiz con pasión” es tal vez una de las mejores promociones que se haya hecho de la Semana Santa –lo de los cientos y cientos de carteles cofrades no cuenta, por feos- en los últimos años. Desde el Consistorio se anima a propios y extraños a disfrutar de unos días que se presentan cargados de historia, de mar, de paseos, de cultura, de gastronomía, de comercio… cargados de primavera, ¿por qué no? Las mejores relaciones se dan cuando cada uno encuentra su sitio, aunque al principio cueste. Y creo reconocer una relación seria y adulta entre ambas instituciones, lo que no deja de ser provechoso para la ciudad.
Cada uno a lo suyo. Las cofradías a sacar a la calle sus desfiles –incluso con romanos con piel de lobo, si les gusta- y el Ayuntamiento –que es de todos los gaditanos, incluso a los que nos les emborracha el olor a incienso- a promocionar la ciudad para fomentar de alguna forma la economía. ¿Hay algo más igualitario que el reparto de tareas en una pareja?
Lo demás, si me lo permite, son leyendas de pasión.
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