Los lavaeros
«A mi niño de mi alma le he comprado una trompeta, un pito y una zambomba, un sable y dos panderetas, un trompo y una tinaja y un gorrito de bayeta…»
A mi niño de mi alma le he comprado una trompeta, un pito y una zambomba, un sable y dos panderetas, un trompo y una tinaja y un gorrito de bayeta…». Así era la letra del comienzo de un tango que ensayábamos un grupo de ... amigos allá por el año 1983 en un lavaero del barrio de la viña. Un tango del coro Los Lilas del 1903 de Antonio Rodríguez que preparábamos meticulosamente para presentarnos al que por entonces fuera pionero de los concursos con mini coros de la peña de Macía Retes. Algunos miembros de ese grupo lo formaban gente que hoy son antifaces de oro como Kico Moreno, Francisco Alcántara, El Noly y yo mismo. Eduardo Bablé, Emilio Santander, Paco Botana, Lupi y el hermano de Noly era el resto de componentes de dicho corito. Todo un lujo y placer para los oídos en aquella fecha. Los ensayos los hacíamos a la antigua usanza en un pequeño lavaero de una de las casas en la calle Virgen de las Penas si mal no recuerdo. Un cubo con agua para las colillas al que nombramos ‘El Cefinillo’ y tres sillas plegables del cine Caleta era todo el aparato logístico del cual disponíamos en aquella estancia.
Hoy día la cosa ha cambiado para bien en su mayoría. Los locales de ensayos suelen ser ahora aulas de colegios e institutos, salones de actos, asociaciones, peñas y un sinfín de recintos con unos mínimos requisitos adecuados que hacen que nuestros ensayos sean mucho más cómodos y placenteros.
En el caso de nuestro coro el entrenamiento vocal-musical y aprendizaje del repertorio lo realizamos en el instituto Fuerte de Cortadura. Hemos utilizado muchos locales en Cádiz pero como éste ninguno. El personal del colegio y como contacto directo en secretaría la profesora Pilar, es de lo mejor que nos hemos topado a lo largo de los 35 años de historia de nuestro coro. Gente amable y colaboradora como ninguna, una asociación de padres y madres digna de elogio, el personal de conserjería y ordenanzas te atienden siempre con su mejor sonrisa y el profesorado junto a su director están volcados en su trabajo docente además de mostrar su simpatía porque prepararemos allí en su instituto nuestro coro. Dar las gracias se queda muy corto.
La colaboración con las agrupaciones es indispensable para llevarlas a cabo. La mayoría de los jefes, directores, técnicos, responsables y encargados de dichos centros y locales han pasado de ser auténticos mandones y desconsiderados con los grupos a ser personas que muestran su apoyo y cortesía hacia aquellos que cada año preparamos una agrupación para el carnaval. En la antigüedad muchos de nosotros nos hemos topado con directores y directoras, con jefas y jefes de estudios con una malange intrínseca y con una predispuesta animadversión hacia todo aquello que les oliera a carnaval. Para estos mandamases los ensayos de nuestros grupos eran como unos antros y criaderos de porristas bebedores e incultos que solo buscábamos huir de nuestras casas para divertirnos. Por suerte todo ha cambiado y la mayoría de nosotros nos encontramos con personas de ley que entienden que el carnaval de Cádiz es parte de nuestra cultura donde afortunadamente y muchas veces de estos locales, salen obras de arte con forma musical y literaria.
Un lavaero tenía mucho romanticismo y sabor añejo pero un salón de actos en condiciones como el nuestro es para dar gracias una y mil veces. Gracias.