OPINIÓN
El mal de la justicia
La memoria anual del TSJA vuelve a incidir en las alarmantes carencias materiales
Un año más, la memoria del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha destapado los graves problemas a los que se enfrenta la judicatura a la hora de hacer su trabajo, es decir, de impartir justicia. Los hay de todo tipo pero los más enquistados ... y graves son los que se refieren a las carencias materiales y personales que desembocan de forma inevitable en una suerte de colapso. Al menos –y por intentar huir del alarmismo– en unos índices de retraso y sobrecarga de trabajo que complican la imprescindible actividad de una administración que es uno de los pilares del Estado de Derecho.
La alarmante falta de medios con la que cuentan los jueces en su trabajo cotidiano dejó de ser noticia hace ya demasiado tiempo. Una falta de medios que se traduce, fundamentalmente y en lo que afecta a la ciudadanía, en la eternización de los casos que llegan a los juzgados, lo que a su vez implica un cada día mayor descreimiento de esos ciudadanos hacia la justicia. Las dos décadas que acumula la Ciudad de la Justicia en el limbo de la burocracia forman el mejor símbolo. Ni siquiera está claro, más de 15 años después de su anuncio inicial, del espacio físico que ocuparía en la capital gaditana un equipamiento tan necesario, que agruparía todas las instalaciones desperdigadas.
El resultado final de estas carencias eternas es claro: desde que se comete un delito hasta que llega una sentencia en firme pasan años y años. Y lo que es peor, esa dilación en el tiempo afecta a las propias resoluciones, que en muchos casos serían distintas de poder desarrollarse los procesos judiciales –desde las investigaciones a los propios juicios– con unas mayores garantías. En su memoria del pasado año, el presidente del TSJA, Lorenzo del Río, ha hecho especial hincapié en la indefinición política en aspectos como el mencionado: la Ciudad de la Justicia que nunca llega. Lamenta Del Río que muchos de los procesos corren el riesgo de dormir el sueño de los justos e insta a las autoridades competentes a aplicar con urgencia reformas que agilicen la tarea de los profesionales y los procesos, que ayuden a sacar a la Justicia del atasco en el que se encuentra inmersa. De lo contrario, de poco o nada valdrán los esfuerzos de los profesionales para cambiar la percepción ciudadana con respecto a la exasperante lentitud con la que desarrolla cualquier proceso judicial.
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