Librerías

El escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez sostenía que a una ciudad la cualifican antes que nada sus librerías y sus tabernas

Julio Malo

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El escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez sostenía que a una ciudad la cualifican antes que nada sus librerías y sus tabernas. Hace pocos años cerró en Cádiz la Librería de la Marina a punto de llegar a centenaria, pues el establecimiento abrió en ... 1917. En su lugar se ha instalado una franquicia de ropa que conserva parcialmente la carpintería de madera del escaparate de la vieja tienda de libros, maquillaje urbano que no puede ocultar la dolorosa pérdida, cuando cierra una librería la ciudad se hace más pequeña. Cerca de ahí resiste con altivez el librero Raimundo, uno de los mejores especialistas en papeles viejos, célebre hasta en Paris, Londres y Nueva York, desde sus tiendas de Cádiz en plaza San Francisco y calle San José. No es exageración, me baso en hechos comprobados, pues en librescas metrópolis escuché hablar de él a coleccionistas y entendidos en libros antiguos, viejos, usados, de lances o de ocasión, grupo de irreductibles adictos a los aromas del papel, los cartonajes, las pieles y el pegamento de encuadernación, en tiempos de herramientas virtuales sobre cuyas metálicas cubiertas se adhieren los virus. Entre los volúmenes que apila Raimundo parece sonar el verso de Joan Margarit, “La libertad es una librería”.

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