Joan Margarit

Las cosas realmente importantes suelen ocurrir por casualidad

Julio Malo

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Recuerdo un noctámbulo resopón en una de esas casas de comidas que solo se encuentran en los barrios más antiguos de Barcelona, una ciudad vieja atrapa, sorprende y hasta engaña. Con los poetas Joan Margarit y Pere Rovira, el saxofonista Perico Sambeat y otros cronopios ... cuyos nombres ya he olvidado, fue tras un concierto del grupo “Paraula de Jazz” a finales de los años noventa. “Trist el qui mai no ha perdut per amor una casa”. (Triste quien no ha perdido por amor una casa), había desgranado la voz grave de Joan tras las notas mágicas de Perico, pero ya en el penumbroso habitáculo, entre aromas de tabaco, alcohol y camaradería, no se habló más de poesía ni de música. Del conflicto catalán que ahora tensa, se debatía entonces de manera relajada. Eran tiempos en los cuales Aznar contaba que hablaba catalán en la intimidad, y de hecho escenificaba un cierto idilio con Pujol que, al programa televisivo “Los muñecos del guiñol”, servía para montar geniales gags. A Pere se le ocurrió plantear la incorporación de toda España a la República Francesa, solución muy celebrada, aunque alguno sugirió exceptuar a Galicia para que pudiera unirse a la República Portuguesa, un escenario diferente al deseado por Fernando Pessoa cuando anhelaba la unidad Ibérica sin contar con Cataluña. Ahora que Joan Margarit es premio Cervantes dice: ”A los viejos que nacimos durante la guerra este país nos da miedo”.

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