Fotografías que emocionan

A Chema Madoz la pasión por el arte fotográfico le liberó de su tedioso trabajo en la gris oficina de una sucursal bancaria

Julio Malo

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A Chema Madoz (Madrid, 1958) la pasión por el arte fotográfico le liberó de su tedioso trabajo en la gris oficina de una sucursal bancaria. Hace cuarenta años comenzó a armar objetos que podrían ser esculturas, pero no lo eran, los creaba con ... la única pretensión de hacer fotografías. Nunca fue fotógrafo a pie de calle, siempre trabajó en su estudio, un luminoso espacio situado en la sierra de Guadarrama. Confiesa su amor por la ciudad y sus ritmos pero necesitó aislarse para crear en su laboratorio un mundo onírico sin colores; el blanco y negro le lleva a un territorio diferente que interpreta la realidad como un sueño. Los científicos explican que la fascinación por las imágenes en blanco y negro está relacionada con la escasa información que proporciona la retina sobre los colores, ya que en ésta se contienen pocas células (bastones y conos) especializadas en la lectura del color, de manera que el cerebro ha de procesar los mismos usando información almacenada en la memoria. La mayor facilidad en comprender las escenas sin color explica la placidez mediante la cual el entendimiento agradece su menor esfuerzo. Así llega a alcanzar el Premio Nacional de Fotografía en el año 2000. Y si todo artista aspira a aportar una imagen icónica que perdure en el imaginario colectivo, Chema Madoz lo consigue mediante esa escalera apoyada en un espejo.

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