Julio Malo de Molina - OPINIÓN
Arde la pérgola
Nunca entendí por qué llaman pérgola a ese elemento construído entre el Parque Genovés y la explanada sobre el Baluarte de Santa Bárbara; tampoco que fuera tan denostado
Cuando el pasado sábado sonaron las alarmas por un incendio en Punta de la Soledad, cuya humareda se percibió en toda la ciudad, pensé que se trataba del final de la historia de una muerte largamente anunciada. Los informes técnicos revelan que la construcción afectada ... no sufre daños de consideración y resulta fácilmente reparable. Sin embargo, no se trata de un siniestro cualquiera pues afecta a una pieza que, desde el momento de finalizar su construcción, fue rechazada por parte de la opinión pública , siempre estuvo abandonada, y más recientemente estaba ocupada por un grupo de personas sin techo que durante el Estado de Alerta habían sido acogidas con la adecuada dignidad en el Club Náutico Elcano.
Nunca entendí por qué llaman pérgola a ese elemento construído entre el Parque Genovés y la explanada sobre el Baluarte de Santa Bárbara; tampoco que fuera tan denostado, aunque desde luego hubiera resultado mejor extender el parque hasta la balaustrada de remate de la muralla, de la misma manera que se hizo un siglo antes con la Alameda Apodaca. Pero el Consistorio de hace 15 años decidió construir allí un parking subterráneo; iniciativa francamente inoportuna, pues además contribuye a llenar de coches la ciudad vieja, que seria preferible peatonalizar, con grandes bolsas de aparcamiento gratuito en los accesos al recinto amurallado, pero fuera de él.
La edificación hubiera resultado innecesaria sin el parking , con el Parque Genovés ampliado hasta el borde amurallado, que así hubiera enriquecido el deambulatorio de nuestro bello Palacio Marino. Se levanta para segregar el parque de la plaza dura, cubierta del aparcamiento subterráneo, representa un recorrido de espacios cerrados y patios, con transparencias hacia la rica vegetación y hacia el mar, optimo para emplazar usos culturales, recreativos y asistenciales.
La pieza se cubre mediante pasarela que permite un paseo marinero para ofrecer vistas novedosas, desde la Alameda a La Caleta, la ligera elevación mejora el placer del recorrido, mediante el disfrute de las brisas y la contemplación del mar más allá de la balaustrada de hormigón que sustituyó a los merlones y almenas del borde original en torno a la escaraguaita de la Punta.
La opinión ciudadana mas generalizada siempre consideró a la pérgola o pasarela «toda una muestra de despilfarro y mal gusto». Al hilo del reciente incendio, una plataforma bienintencionada deplora que se invirtieran 1,7 millones de euros «en levantar esa construcción, inclasificable por lo antiestética e inútil», olvidando que mucho más se invirtió en construir un aparcamiento que actualmente presenta patologías por filtraciones de aguas, y ha dañado los lienzos de muralla que componen el baluarte.
A muchas personas la construcción visible les puede parecer francamente fea, más importante sería pensar que no se debiera haber levantado, y permitir que la vegetación alcanzara el cantil de la muralla. Mal hechas las cosas, no parece realista ahora plantearse recomponerlas de otra manera, destruyendo el parking y la pérgola, pues resultaría costosísimo volver al punto de partida de hace quince años, cuando aún se podía haber planteado la ampliación del parque hasta la muralla, con especies vegetales más resistentes a la humedad salina en las proximidades del mar, protegiendo así las más frágiles del parque actual.
No se han descubierto las causas del incendio, dicen que las personas allí refugiadas podrían haber enganchado a la red eléctrica con precariedad. Lo peor es que esa pobre gente haya sido arrojada a vivir así, vulnerando el derecho constitucional a un techo digno y adecuado.