Julio Malo
1921
Mis parientes forman parte de la diáspora que provocó la caprichosa aventura colonial de Alfonso XIII, en la cual murieron decenas de miles de jóvenes españoles de reemplazo por el servicio militar
Mantengo frecuente relación epistolar con Javier Cosp, miembro de una rama de mi familia catalana afincada en Asunción, capital de la República de Paraguay; es nieto de tía Tomasa Corominas i Viader, cuyos hijos emigraron hace muchos años. En un correo reciente, Javier me ha ... revelado el motivo de la huida de esa parte de la familia mediante un relato estremecedor. En la disparatada y desdichada guerra colonial en El Rif ya había muerto otro muchacho de la familia Corominas, por eso tía Tomasa adoptó una decisión tajante respecto a sus hijos: «los prefiero lejos que muertos». Así que Benito, José y Francisco Cosp Corominas partieron a Buenos Aires a comienzos de los años veinte del pasado siglo, en la reina del Plata instalaron una sucursal de la fábrica de corchos que la familia tenía en Sant Feliu de Guixols, luego se trasladaron a Asunción. Supongo que mis parientes forman parte de la diáspora que provocó la caprichosa aventura colonial de Alfonso XIII, en la cual murieron decenas de miles de jóvenes españoles de reemplazo por el servicio militar, desmotivados, sin preparación y muy mal pertrechados, mientras la mayoría de la población vivía una situación de extrema precariedad, tras las guerras civiles que habían jalonado el siglo XIX y la pérdida de los restos del imperio ultramarino en la contienda contra los Estados Unidos.
El 22 de julio de 1921 tuvo lugar uno de los episodios más sanguinarios de la terrible campaña; en torno a Annual, Abd el Krim dirige un ataque contra nuestras tropas, muy mal posicionadas, sin agua ni alimentos. Diez mil soldados españoles murieron hasta la rendición del 9 de agosto, tras la cual se produjo la masacre de tres mil prisioneros sometidos a feroces torturas. El cadáver del general Silvestre nunca se encontró. ”El desastre de Annual”, fue el primer largometraje de Ricardo Franco, uno de nuestros mejores directores, con guión suyo y de su primo Javier Marías; la idea surgió de una abuela común que relataba con dolor la muerte de su hermano en Annual. La película de 1971 fue prohibida por la censura. Puede que los terribles sucesos de la guerra civil hayan dejado en el olvido los horrores de Marruecos, sin embargo, el militarismo africanista fue germen de la sublevación que desencadenó aquélla, cuestión que plantea Arturo Barea en “La ruta”. En España combatieron tropas mercenarias rifeñas, con efectivos que antes habían participado en acciones contra nuestros soldados en África; así como los militares fogueados en las campañas coloniales aplican métodos aprendidos en las mismas, ya en territorio español.
“Imán”, la primera novela de Ramón Sender, publicada en 1930, relata las atrocidades de la guerra en África que él mismo sufrió cuando cumplía su servicio militar; a mis parientes paraguayos les recomendaría “Cuatro gotas de sangre”, de Josep Maria Prous, un soldado catalán que también escribió sobre sus padecimientos en esa absurda guerra colonial. El cómic “1921, El Rif”, con guión de Javier Yuste y dibujos de Antonio Gil trata esos sucesos de forma poco rigurosa, pero con destacable pundonor gráfico. Repaso ahora la historia de Javier Cosp, hijo de José Cosp Corominas, emigrante forzoso para evitar la guerra de África, así como la muy diferente de mi madre y de abuela Josefina Corominas viviendo en Tetuán, donde mi abuelo, entonces comandante, Luis Martin-Montalvo, combate en el escenario del cual sus primos políticos huyeron, luego participa en la sublevación que lideraron sus compañeros de armas en Marruecos.