OPINIÓN

Juan y Daniel

Juan y Daniel han encontrado en el carnaval, y en el Coro de los Niños, una particular terapia

Domingo de piñata. Amanece un día espléndido y agradable para emprender cualquier actividad. A pasos acelerados salgo de casa para iniciar el camino que lleva a la plaza de abastos. Vestido con el tipo del coro voy presto en dirección a mi objetivo. En el ... transcurso de mi travesía me vienen muchos pensamientos, la mayoría de alivio. Por fin acaba esto, pensaba, mañana volveré a la tranquilidad que da la rutina y aparco el estrés que provoca esta afición del Carnaval ¿La aparco o la dejo definitivamente?, esa era la duda que provocaba una mente hastiada por tanto ensayo y demasiada presión acumulada que ocasiona nuestro concurso de coplas. Los primeros transeúntes que me voy cruzando durante mi trayectoria me recuerdan lo ingrato que ha sido el veredicto de este año, sus felicitaciones por el coro y opiniones en contra sobre el lugar que el jurado nos colocó me sacaba más a flote esa idea de no seguir con ésta afición. Mientras avanzaba tuve que parar varias veces para hacerme fotos con muchos foráneos y aficionados locales que me solicitaban una impronta con el Nandi o más bien porque les sonaba mi cara de algo. Casi llegando a la batea volví a pensar que tenía que decidirme en hacer el coro para el año próximo o quedarme solamente con mis dos corales como divertimento. Si echáramos en el platito de la balanza cosas prácticas y económicas haría que no se inclinara ni un ápice, solo en negativo, señalándome que no hiciera más coros, pero si vertiera en el platito de lo positivo satisfacciones personales y emocionales, no habría manera de abandonar ésta afición nunca, por muchos sacrificios y pocas recompensas que te originen. El lado positivo se llena cada año con aplausos y palabras de ánimo del aficionado y también por tantas lágrimas emotivas de alguien a quien dedicaste un tango y se vio identificada. Suma en positivo los piropos de la prensa y las impagables reuniones festivas y nocturnas de nuestro coro con amigos y familiares. Pero sin duda las mayores motivaciones que me empujan a emprender un nuevo coro son las de aquellas personas anónimas a las cuales y a modo de ejemplo hoy quiero ponerles nombre y sacarlas a la luz.

Mari Carmen y Tani son los padres de Juan, vienen de Escañuela (Jaén), cada año traen a su hijo de cinco años en tratamiento de una leucemia linfoblástica para escuchar a su Coro de los Niños. Su mirada de felicidad y disfrute oyendo a su coro con esa mascarilla en la boca protectora hace temblar de emoción a cualquier corazón que lo vea. Todo un ejemplo de amor de sus padres y de superación y valentía del propio Juan.

Otra historia es la que nos llega de Granada, José Recio es el padre de Daniel que tiene diagnosticado el TEA (trastorno del espectro autista) y con una tumoración detectada últimamente. Cada Carnaval viene a agradecer que la música de nuestro coro los ayudara a ellos y a su hijo a salir adelante en los peores momentos que vivieron en los hospitales. Todos los años nos deleita con un artículo en su blog de ánimo y cariño que igual lo podía haber escrito el mismo Antonio Gala. Impresionante como escribe.

Motivos materiales y económicos para salir el año próximo no tengo ninguno pero jamás me perdonaría dejar a esas almas tan puras sin su Coro de los Niños. Va por ellos.

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