José María Esteban
El verdadero sexto sentido
Me gusta traer y contraponer conceptos que lejanos en el tiempo, siguen siendo hoy vigentes
La globalidad hace que el sentido crítico de las cosas se vaya perdiendo. Por mor de la inmediatez nos situamos antes en la respuesta rápida que en la reflexionada. Vienen más ágiles avances en el lenguaje informático, que nos harán deudores de los dedos más ... que del cerebro. De hecho, creo que el cerebro se está debilitando a favor de una automática forma de comunicarse.
La secuencia exponencial que nos obliga al uso, casi exclusivo, de los medios informáticos, nos hurta la capacidad de reconocimiento personal, el trato común y la presencia como base de la interrelación. Irrefutablemente este planeta se dirige a una comunicación básicamente virtual.
No digo que haya que frenar este vector, cada día más grueso y preceptivamente necesario en las distancias, más en estas épocas de pandemia, sino que no debemos olvidar nuestra evolución, donde el lenguaje real y hablado supuso el gran cambio de nuestra especie y nos lanzó a la gran evolución.
Me gusta traer y contraponer conceptos que lejanos en el tiempo, siguen siendo hoy vigentes. Decía hace tiempo otro gran historiador: John Ruskin, en su libro: ‘Las siete lámparas de la Arquitectura’, en aquella maravillosa frase: «Hay una moral en la manera de construir que debe permanecer respetada hasta su propio final». Aunque se refería a la restauración arquitectónica, ya que para él las ruinas tenían tanto o más valor que las reconstrucciones y restauraciones, estas palabras me corroboran los aspectos que defiendo en los anteriores párrafos y que comparto con vosotros.
Un tiempo pasado tiene el mismo derecho y respeto en la forma de expresar las ideas hoy, que la informática porque vayan simplemente más inmediatas. Nuestra estirpe debe ser respetada y dejar su sitio ante las nuevas técnicas de comunicación, que nos avasallan con su programas y aplicaciones, cada vez más impetuosos.
En el libro citado, en el prefacio de la segunda edición inglesa, comentaba Ruskin que las emociones en arquitectura se fundamentaban en cuatro aspectos principales: la admiración sentimental, la admiración orgullosa, la admiración de la destreza y la admiración artística y racional. Estos conceptos, que podemos trasladar a la comunicación, nos van diciendo que cualquier expresión debe equilibrase en el buen uso de estas cuatro cualidades. Si a este correcto balance unimos el uso de las herramientas que vamos desarrollando, solo como eso, como herramientas, la vida, en mi opinión, nos hará más felices y florecientes.
Lo que nos importa a los que leáis estas líneas, es que sepamos deducir la medida de las cosas. Un sentido básico que es, lo hemos dicho más de una vez en este articulario: el sentido común, inexistente casi, por la irrefrenable urgencia de las maquinas.
Se dice que éstas incluso puedan sentir, pero lo único que poseen es tacto maquinal, matemático, algorítmico y estadístico, que no corresponden a los cuatro conceptos citados de la admiración personal y social. Les falta ese sexto sentido de la raza humana: el común. La intuición, queda más para el género femenino, por delante o por detrás de este, como quieran.
Les invito a un poquito de: leer más de vez en cuando; pensar de más cuando; hablar de verdad; felicitar de voz, no de ‘wasap’; y a un montón de cosas que, por tantas redes sociales y virtuales, nos distancian de nuestra naturaleza mas genética, que es comunicarnos con nuestros semejantes con el lenguaje racional, sencillo y con propio acento.
Salud, que ya estamos por debajo de esos límites que nos aterraban, y las vacunas siguen subiendo, lentamente, pero siguen subiendo. Cuidaros y sobretodo sed felices mientras podáis.