Trampas tramposas
La democracia se demuestra incapaz de impedir que un todo poderoso capital o medio de comunicación, deba y pueda influir en un resultado
Hoy día 4 de noviembre cuando esto lean queridos lectores, tendremos más o menos conocido cual ha sido el resultado de las elecciones en el país más potente económicamente hablando del mundo que son los EE UU, después claro de China.
Lo más seguro es ... que nos encontremos en un marasmo y complejo recuento de números entre Trump y Biden, que va a hacer posiblemente muy confuso el resultado. Para los que no se acuerden, el señor del pelo rojo ganó a Hillary Clinton en 2016, en un país de 425 millones de habitantes, por solo tres millones de votos de diferencia, en un censo de votantes de 232 millones.
Tan solo un 1,3% de diferencia. No demasiado y con algunos temas controvertidos aun no clarificados en estos cuatro años. Realmente quienes elegirán presidente serán los 538 votos electorales parlamentarios, pero esto lo explicaremos en otra ocasión.
La democracia se demuestra incapaz de impedir que un todo poderoso capital o medio de comunicación, deba y pueda influir en un resultado. Al fin y al cabo de las redes, radios y televisiones y su eficacia de crear opinión, dependen mucho de esos resultados. Lo mismo que influyen las dudosas proclamas populistas, sustentadas en los miedos o desafectaciones, como ahora sobre la dureza del virus que nos somete. Lo que sí está claro es que si de nuevo Rusia o algún otro país ayudan en la decisión final, lo harán tan bien que no dejaran huellas… Otra vez. Lo que es peor, hasta uno de los candidatos dice que si pierde no va a admitir el resultado y por lo tanto, no va a entender lo que el pueblo diga con sus votos, si no le beneficia. Ese resultado adverso será falso, manipulado o corrupto en el proceso.
Esto en democracia sí que es peligroso, ya que este proceso y sus canales de control y supervisión, sobre todo en un país como el norteamericano, se ha provisto de reglas eficaces para que los resultados sean sancionados casi en el recuento del último voto. Me parece una total falta de respeto, por decir algo suave, no solo al sistema sino a sus propios votantes, ya que los hace ineficaces si vieran que no han llegado a los votos que necesita ese candidato para asumir de nuevo el poder.
Con relación a lo que está pasando en los últimos plebiscitos mundiales, llámense Brexit, elecciones en EE UU, Inglaterra, Bolivia, Argentina, o en muchos otros sitios, el acento populista hace que los resultados, por ese miedo que generan estos tiempos, se vayan mas a cuestiones de confort endurecido que a la verdad de las auténticas expectativas de los pueblos.
Si tuviéramos que aplicar la democracia al conocimiento del estado de control o desesperación de nuestros compatriotas acerca de su opinión de cómo va la pandemia y su gestión, les aseguro que se votaría mucho más con los malentendidos y tergiversaciones de las redes sociales, que con las auténticas tendencias y opiniones de los habitantes de esta piel de toro. Eso me lleva a hacer una reflexión de como este planeta, desde Nixon, que inventó el dinero virtual, hasta nuestros días, se han ido produciendo ataques feroces a los sistemas democráticos. Estos surgieron en origen para defender a los ciudadanos de los poderes absolutos.
En la Grecia clásica el tirano en democracia reinaba hasta sojuzgar a los corruptos y luego se apartaba para generar un nuevo poder limpio y elegido. Ahora y más que nunca en estos tiempos de oscuras crisis económicas y sanitarias, parece que el poder lo que quiere es todo lo contrario.
Veremos quién gana definitivamente sin trampas tramposas en el país de menos mascarillas por habitantes del mundo. No puedo adivinarlo, ya que este artículo se entrega antes de hoy mismo. Esperemos cómo ese resultado es capaz también de transmitir seguridad en el mundo. Salud y aplíquense que ya viene la tercera ola.