José María Esteban
Las teorias del miedo
Ya tenemos bastante con esta guerra biológica, que también alguien ha montado sin permiso y cuyas limitaciones nos tienen sujetos a muchos más espantos
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Cuando esto escribo me expongo a no saber que estará pasando este miércoles. Los acontecimientos se suceden con lentitud o rapidez, difíciles de predecir y que nadie aclara verdaderamente. Siempre urdidos entre bastidores y bambalinas. Ambas partes del teatro se hicieron para eso, para no ... dejar ver los actores y las luces, antes de salir o entrar a la escena.
Todo fenómeno se puede vender en clave de miedo y el tema de Ucrania lo pone fácil a los medios, como enorme altavoz del mismo. Últimamente ocupa los sitios más recónditos de nuestras sensibilidades, acechándonos sobre destinos inevitables. La inestabilidad de la exrepública soviética podría convertirse, según los alimentadores de ese temor y odio, en una nueva confrontación mundial. Ya digo, no sé qué estará pasando hoy, pero es seguro que, en estos tiempos, ya nadie gana nada con estos desastres, sencillamente perderemos todos.
La maniobra orquestada por Rusia, que añora volver al dominio de la antigua URSS, y de Estados Unidos, que no quiere perder su situación preeminente en Europa, –como siempre, los combates muy lejos del espacio americano–, es una diafonía de acercamientos y alejamientos que nos deja sin aliento en cada noticia. Supongo que, en esta puesta en escena, funciona muy bien la diplomacia, pero mejor funcionan las ansiedades. Miedos de uno al otro que se trasladan a nosotros, que no utilizamos esas piezas del escaqueo, creando desazón, recelos y angustias en estos días.
Ya lo dijo Willian Shakespeare: «Tengo miedo de tu miedo», y lo que estamos viendo es quien transmite más temor al otro, en un ajedrez lleno de piececitas en forma de tanques, misiles y soldaditos. Habría que pensar que tal como aprendimos, si lo hicimos, lo consecuente es ir abandonando esas maniobras, de las que se han aprovechado muchos desalmados, para recaudar lealtades en otras almas más cándidas y sensibles. Ejemplos a decenas y las fábricas del pavor han sido capaces de desarrollarse por muchos siglos y crear verdaderos ejércitos a su lado.
Habría que decirles a estos dos amantes del poder y de los juegos de tronos, también lo es China, –bien calladita, porque siempre saldrá ganando–, que no estamos para muchos juegos de guerras. ¿Qué circunstancias hacen que las mujeres y hombres de esos lugares, como en el Donbás, se les deba obligar a tomar decisiones que no controlan? Las historias de los territorios se han generado siempre sobre una cultura dominadora con pocas y limitadas libertades históricas. Cuando estos controles no se asumen, siempre hay conflictos. Las líneas de las fronteras se dibujaron, normalmente en raya punto, que es la primera letra del alfabeto morse y del primer lenguaje global, hecho para entenderse, no lo contrario. Hay que ir borrando esas rayitas, para que circulemos por territorios más amplios y entendibles, para el encuentro de las historias, no de sus enfrentamientos.
Esperemos que la retirada del tablero y sus fichas, nos devuelva a un tiempo más tranquilo. Ya tenemos bastante con esta guerra biológica, que también alguien ha montado sin permiso y cuyas limitaciones nos tienen sujetos a muchos más espantos. Mientras, siguen ganando los mismos y perdiendo los que no tiene posibilidad de defenderse.
Así que espero que no haya ningún jaque o ningún listo, que vendiendo en el mercado de influencias como en Madrid, cruce las líneas para una insólita invasión. Esperemos que ningún tonto se equivoque de botón y se líe, como siempre, por un triste engaño. Cuidémonos de esos miedos, que ya tenemos bastantes con la que cae. Salud.