José María Esteban
Salvemos Valcárcel
Cádiz, cada vez que inicia un camino de mejora dotacional, o recuperación de magníficos contenedores olvidados, se encuentra con un largo calvario
Cádiz , cada vez que inicia un camino de mejora dotacional, o recuperación de magníficos contenedores olvidados, se encuentra con un largo calvario. Lo que nos está pasando con el edificio de Valcárcel , no tiene ni pies ni cabeza. Qué difícil es ... que las administraciones que deben coordinar las intervenciones, sean capaces de ponerse de acuerdo, mande quien mande.
El antiguo Hospicio , llamado en su origen la Casa de la Santa Caridad, es un bellísimo edificio trazado por Torcuato Cayón Orozco de la Vega en el año 1763. Se trataba de un Hospicio en forma de pequeño Escorial para Cádiz. Nos han quedado las primeras crujías, los tres patios, la fachada de la iglesia, y la majestuosa fachada a la Caleta, transición del barroco al neoclásico, de una calidad extraordinaria. Si Cayón, criado artísticamente por Vicente Acero, el arquitecto de la Catedral y por su tío Gaspar, hubiera terminado este bello edificio, tendríamos el mejor ejemplo civil de arquitectura neoclásica de la provincia. Tan solo la cúpula de la iglesia tendría un porte y altura casi igual al de la Catedral. No obstante sigue siendo el mejor exponente de su firma aquí y también la mejor herencia de su magnífico hacer.
Valcárcel, como le pasa a otros inmuebles en Cádiz, debe convertirse en la futura Facultad de Ciencias de la Educacion de la UCA. Un excelente rescate por su suficiente capacidad y situación, cerrando el balcón universitario, tan ansiado en Cádiz. Es muy necesario que se tome conciencia por la ciudadanía, y exijamos, que se nos asigne la inmediata disponibilidad de los recursos para que esta rehabilitación se logre en pocos años. No hace muchos se encerraron en él, movimientos juveniles, vecinales y ciudadanos, ya que la dejadez de las instituciones, su estado lamentable y su falta de utilización, propiciaba un galopante deterioro. Y siguen pasando los largos años.
No hay marcha atrás. Hay muchas razones que lo justifican: la configuración de los cuatro campus en su vocación docente, y el de Cádiz, lo es en Humanidades, Ciencias Sociales, Económicas y de la Salud; la salvaguarda de un importante Patrimonio urbano en peligro, labor que la UCA ha realizado en esta ciudad de forma ejemplar, silenciosa y pocas veces reconocida; la necesidad de curar la “herida” social creada por el traslado de la Escuela de Ingeniería a Puerto Real; o la continuidad de una expectativa abierta por una administración, que ahora no puede ir contra sus propios actos, entre otras razones.
Un expediente que estaba iniciado, que de pronto nadie sabe explicar por qué se para, debe asumirse con mayor respeto y dignidad política. No valen buenas palabras. La Universidad que lleva sus cuarenta años de vida democrática, rehabilitando patrimonio en Cádiz, haciendo ciudad y generando tejido social en su derredor, no entiende como ahora, esa sea la causa para que los recursos no aparezcan, y se condicionen a temas de investigación, remanentes u otras justificaciones, dilatando el pago de la deuda que se tiene con esta ciudad desde que se fueron los franceses hace ya más de 205 años, repito, mande quien mande.
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