José María Esteban

Un puente de prueba

Hoy, un día inmediatamente después del puente, se nos plantea como una prueba de carga vital importante para las fiestas que se avecinan

Gaditanos con mascarilla. Antonio Vázquez

Cuando los ingenieros hacen infraestructuras, siempre críticas o vulnerables, como pueden ser los puentes, las carreteras sobre suelos muy blandos o los puertos que deben aguantar los embates del mar en lugares siempre muy críticos y cambiantes, el último control antes de ponerlos al uso, ... es haciendo pruebas de carga que confirmen las hipótesis de cálculo. De igual manera cuando los arquitectos terminamos las estructuras de los edificios, una vez que han fraguado los hormigones, tanto de los pilares como de los forjados (vulgarmente dicho: suelos y techos) y se encuentran en condiciones suficientes de resistencia, los probamos con este tipo de cargas. Se someten a pesos que están entre el 50 % o vez y media los que se van a soportar en el uso normal. Los comprobamos con camiones cargados de materiales, en el caso de los puentes, o sacos de arena y pallets de ladrillos, que luego formaran las distribuciones en los inmuebles habitables. Esa simulación de carga o peso que debe resistir adecuadamente, sin efectos contrarios, antes que venga la utilización real del ingenio logrado, nos da la seguridad de lo bien hecho. Esas pruebas de carga se establecen por exigencia legal.

Me da que hoy miércoles día 9, un día inmediatamente después del gran puente que hemos, –no podemos decir tan claramente disfrutado, pero si saboreado–, se nos plantea como una prueba de carga vital importante para las fiestas que se avecinan. Sería muy reconfortante comprobar, a pesar de las medidas que siguen siendo exigentes y seguras, como hemos dispuesto y utilizado esa sana posibilidad de salir, comprar, volver a los encuentros con los debidos respetos. Ilusionados al presentir el final de la pandemia por las vacunas. Deberíamos haber hecho uso saludable de este tiempo de sana exaltación de la Constitución y la Inmaculada, y ser más felices al disponer de cuatro días juntos de vacaciones.

El puente se plantea como la gran prueba contra el Covid para estas Navidades. Hay que seguir asegurando día a día, que las cifras deban ir tomando el descenso deseado con nuestras conductas más atentas al distanciamiento y cuidado con nosotros y los demás, que con la euforia secesionista, paramilitarista o negativista, que todo lo puede empeorar. Es muy importante que se detecte a los diez días, que los repuntes no constituyen una nueva tercera onda que aumente la presión en hospitales y rebroten con estadísticas, que tanto han costado en las últimas semanas bajar y atemperar. Seguimos y lo sabemos, en números de gran riesgo.

Nadie escarmienta en cabeza ajena, y mira que llevamos tiempo viendo como suceden acontecimientos inesperados a personas conocidas, cuando no a familiares cercanos que nos denuncian la mortalidad y dureza de este virus. Es verdad que el cansancio no solo corporal sino mental se acumula y estamos sometidos a un «tempus» que no controlamos y que crea cierta ansiedad. No digamos a los sectores productivos y de economía autónoma. Hay que reconocer indudablemente que cuando nos confinamos un poco, respetamos las normas y mantenemos con exigencia espartana la cautela y el respeto en una era extraordinariamente distinta a las vividas, los resultados de defensión aparecen cada vez más fuertes y alentadores. En estas épocas intentan pescar muchos trasnochados.

Así que por favor, no sé lo que habremos hecho en estos días de puente y como nos habremos comportado. La prueba de carga ya está hecha. Esperemos que aunque no se hayan producido grietas a la vista, que siempre son las amigas que avisan de una rotura posible, los resultados del ensayo nos permitan comprobar como los ingenios constructivos vitales, que somos nosotros mismos, hayamos soportado mejor los esfuerzos. Esos éxitos mejores, nos permitirán ir desescalando las restricciones y conseguir desalojar malas expectativas e incertidumbres vividas.

Nos jugamos el disfrute más amplio y cierta recuperación económica, para ver cerca la fase más apetecida y esperada, como será la época de las vacunas y el entierro casi definitivo, si es posible, de este bicho que nos ha quitado la vida de muchos y un año a todos los que vamos sobreviviendo. No confundamos con otras épocas, la que ahora nos pide la atención y unión de todos.

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