José María Esteban
La proporción áurea
Decía Eleanor Roosevelt: «El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños»
Grandes artistas, incluso arquitectos, utilizan reglas ancestrales sobre la belleza y el orden que son invariantes a lo largo del tiempo. Saber incluir en las estructuras visuales de un cuadro, una partitura, una escultura o un volumen, las dimensiones que se acerquen a la perfecta ... forma, son los caminos buscados y soportados en lo que llamamos la proporción áurea o canon perfecto. Decía Eleanor Roosevelt: «El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños».
Valores de la historia y la cultura como el fabuloso ateniense Fidias, (490-430 a.e.) escultor del Partenón; el filósofo Platón (427-347 a.e.) en el ‘Timeo’ adelanta el orden de los cuerpos regulares; el gran geómetra Euclides de Alejandría (326-265 a.e), enunció el numero áureo; más cercanamente el matemático Leonardo Pisano, alias Fibonacci (1170-1250) con sus series matemáticas; para el astrónomo Kepler (1571-1630) la proporción excelsa era como la piedra filosofal; el biólogo Charles Bonet (1720-1793) vio la similitud entre los números de Fibonacci y las espirales de crecimiento o fractales de las plantas; el ingeniero eléctrico Mark Barr (1842-1891) fue el primero en colocar la letra Fi (por Fidias) para la proporción aurea; Roger Penrose (1931) físico de la preciosa ciudad inglesa de Corchester, la descubrió en los cuasicristales (formas estructurales ordenadas pero no periódicas). Podríamos traer aquí a muchos ejemplos sobre el uso de la inmanente belleza. Finalmente debo citar a mi buen amigo el estradense Serafín Pazo Carracedo, buen conocedor de estos secretos.
En nuestro propio cuerpo, el sistema cardiovascular, la distribución y presión sanguínea, como otras funciones orgánicas, están sujetas a una naturaleza fractal, que traducido resulta: estructura geométrica ordenada y fragmentada que se repite a diferentes escalas. Pareciera un caos ese complejo mundo humano, pero todo está perfectamente diseñado. Formamos parte de un orden esencial y bello del universo. Ricardo Armentano, cátedro de la Universidad Porteña, investigador sobre la salud, concluye que simplemente una mala alimentación influye sobre ese orden predisponiendo a riesgos vasculares. La enfermedad es un desequilibrio de nuestros complejos y ordenados sistemas.
Las sociedades van perdiendo la urdimbre de sus bases culturales y se dedican a repetitivas formas y/o inconscientes emotividades. Cuando operamos con dimensiones y volúmenes áureos, se hace más fácil describir sensaciones a través de los espacios vividos. Son como los renglones de un pentagrama, donde al situar delicadamente las notas se hacen legibles, hermosamente sonoras e interpretables. El maravilloso edificio de Valcárcel para la UCA, olvidado de quien manda, es un ejemplo de proporción de oro aplicada.
El virus que nos tiene medio secuestrados es un atacante de ese orden interno. Como lo son también las células del cáncer. Su misión es desestabilizar la bella estructura natural de nuestro interior. Las facilidades que les demos serán amplias ventanas para la ruptura de las reglas morfológicas. Seguimos pensando que nuestra racionalidad y poder podría defendernos de los ataques, pero no es así. Vean en otro orden de dimensiones la irracionalidad en Oriente Medio o Ceuta y Melilla, una o y otra vez. O sin ir más lejos aquí, los desmanes de saberse curados en reuniones y contactos, cuando lo que viene es un tiempo de calmada vigilancia en las barricadas, hasta la total vacunación. La proporción del orden, expresión de la belleza, debería ser algo más conocida y mantenida como un secreto vital, al que debemos acudir para aliar justicia y defensa. Salud y prevención.