José María Esteban
Los pequeños detalles
Hacen que las cosas resulten ser mucho más adecuadas a lo que son, y son los limites perfectos para definirlas
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El mundo avanza hacia los fenómenos globales y cada vez se hace más difícil reconocer los pequeños detalles de la vida. Todo se inserta en grandes aspavientos y noticias de gran difusión. La vida del ser humano se ha ido desposeyendo, en su desarrollo, de ... muchos miriñaques y detalles de trato o artísticos, tanto en el vestir como en muchas facetas de la vida. Se va perdiendo su conocimiento y su procedencia. Mucha cultura se desvanece en los huecos de la ignorancia suma. No hablemos a la hora de compartir los tratamientos, formas de respeto y saludos amables y sencillos, pero educados. No se transmiten porque se desconocen.
Con el avance de los tiempos, el pedir por favor o dar las gracias, parecen detalles que no son necesarios y que se pueden hasta entender como una reverencia indebida o una costumbre antigua de sometimiento. Con lo fácil que es abrir las puertas con la buena educación que significa el por favor, y cerrarlas, pero con la intención de que sigan abiertas, con las gracias o muchas gracias.
Todos los pequeños vericuetos de la vida se van escondiendo con amenazantes olvidos, porque no se instruyen adecuadamente por los primeros educadores que somos los padres. Tampoco los segundos, que son los profesores y maestros, en algunas circunstancias, son incapaces de corregir todo lo que hay que corregir. Pasar por las calles de los colegios y escuchar el griterío de los niños, que no necesitan aullar para hacerse entender, es cosa asidua y fácilmente apreciable.
Los pequeños detalles hacen que las cosas resulten ser mucho más adecuadas a lo que son, y son los limites perfectos para definirlas. Aunque haya quien piensa que esos detalles son decoraciones sin fuerza ni querencia.
El otro día, como muchos otros que paseo, le comentaba a un encargado que pintaba una fachada en Cádiz, –podría ser en otra ciudad de la Bahía–, que por qué no pintaban de color, lo que yo vengo en llamar la ladrilleta de nivel que delimitan las impostas, balcones y cornisas de los edificios, con el mismo color con que las encuentran. Esta ladrilleta o ladrillo fino volado, es un delicado asunto constructivo de color, que se ha mantenido por siglos en las casas de Cádiz. Seguramente servía para fijar la altura de los pisos y así poder medir las alturas y comprobar que se cumplían las ordenanzas. Pues en todas, absolutamente todas las nuevas bajadas de fachada, se pierden esos colores rojo, verde o incluso negro, y se pintan del mismo color general sin recortes. Creo, que no solo no se sabe que existe ese detalle constructivo, y es mucho más económico pintarlo todo igual, que pararse y recortar la pintura. También creo que los técnicos del Ayuntamiento, o al menos la mayoría, pasan de la observancia de edificios catalogados y protegidos, que deben ser conservados tal como los heredamos y ponen muchas pegas en otras cosas. No creo que nadie del Ayuntamiento exija en las licencias, que se respeten delicadamente estos detalles.
En mi imposible cruzada por impedir que la piedra ostionera se quede vista, porque ni históricamente por su protección, ni culturalmente por cómo deben tratarse el material, vamos avanzando en una globalidad inculta regida por el pensamiento de propietarios, albañiles o arquitectos, que no saben de estos asuntos, con todos mis respetos. Pero para eso están los que debe exigirlo por la vía reglamentaria.
Leonardo da Vinci dijo: «Los detalles hacen la perfección y la perfección no es un detalle». Al igual que lo comentado: la inteligencia se forma con la cadencia de los finos y acumulados detalles de la vida. Cuidaros.