José María Esteban
Patrimonio en espera
Como una novia del mar, en espera de un mercader que la engalane, Cádiz siempre sigue parada y mirando el horizonte
Cádiz es una ciudad como otra cualquiera. Si comienzo este artículo de esta forma, más de un lector habrá fruncido el ceño, pensando que no estoy en lo cierto y posiblemente deje de seguir leyendo. Cuando digo que Cádiz es una ciudad como otra cualquiera, ... me refiero a una ciudad donde sus líderes y propietarios principales, pasan de su mirada y cuidado, sin prestar gran atención a la situación social, económica y en concreto la de su Patrimonio Cultural. Son asiduos en prestarla más a los temas de la lucha por el poder, réditos en los plazos electorales o inversiones en otras cosas más lucrativas, y no en lucir como una bella ciudad, que lo es. Cosa que no me negaran coincide en muchas ciudades de nuestra patria. Las bien cuidadas, destacan una barbaridad. Quizás, denote también, el cansancio de sus ciudadanos.
Cádiz , además de padecer, como casi todas, esta etapa de standby, que traducido resulta: en espera, o parada intencionada y sufrida, no solo por el virus, sino desde hace muchos años, pero que muchos años, tiene muy descuidado su semblante urbano . A pesar de su exquisito, singular y enorme valor, sigue eso, esperando que una mano de nieve venga a arrancar sus mejores notas, u otra mano amiga venga a estrechar la suya, sacándola del ángulo oscuro, como decía el romántico Gustavo Adolfo en sus rimas.
Es muy importante que no perdamos el tensado de las cuerdas, no solo del arpa becqueriana, sino de la presencia en que nos mostramos a propios y extraños en esta ciudad. No crean que los últimos achaques del Patrimonio, sea por dejadez en una nonagenaria espada constitucional; o en la caída de un buen trozo decapitador del monumento al Marqués de Comillas; o en un fortuito incendio en una pérgola-pensión, que ya nació quemada; o en cualquier propiedad por puro vandalismo, no es sino una consecuencia del espejo corroído en que se mira la ciudad por su incuria y desprecio.
Muchas de las circunstancias por las que se nos ve mal, a pesar de lo bien que hablan de nosotros, es la absoluta falta de mantenimiento que sufren nuestros semblantes más bellos. Uno se molesta, cuando pasea por la entrada del Parque Genovés y ve esas basuras en los accesos, o ve los edificios públicos vallados y cerrados a su futuro, cuyas vegetaciones en aceras van a la par de la amazonía de otros parques, o simplemente lo cerrado de nuestros más solicitados Patrimonios arqueológicos, que ya podrían volver a estar abiertos.
El amigo citado en anteriores artículos: Einstein, decía que «la más grave falta es no tener conciencia de ninguna». Eso es lo que lamentablemente nos pasa, porque ya no es justificable, no solo en esta época de cierre obligado, sino por la falta de ornato y el letargo de «piedricidio» a que tenemos sometida esta ciudad. A los ejemplos anteriores, pueden seguirles un interminable listado: las bóvedas de las murallitas de San Carlos, arañadas por camiones de limpieza y piedras sin morteros en sus muros a punto de desprenderse, decoradas por fuera con asiduos jardines colgantes; Puertas de Tierra, icono sempiternamente desgreñado; la Catedral, iluminada a oscuras y sin terminar; las murallas del mar que no soportaran el próximo oleaje; los suelos machacados, bien por antiguos golpes de horquilla o de contundentes olvidos, o el machadiano triste aliño indumentario, con que se visten muchos edificios.
En fin lo importante, por supuesto, son las personas y a ellas hay que dedicar una gran labor y economía, pero si dirigiéramos pocos, pero continuos recursos a evitar esos deterioros, la ciudad se alegraría y se nos mostraría mucho más querida y bonita que decrépita, y no en «stanbai, que suele ser su estado habitual. Cuantos dislates y dineros tirados en obras faraónicas sin sentido. Como una novia del mar, en espera de un mercader que la engalane, Cádiz siempre sigue parada y mirando el horizonte. Ahora, Cádiz, una ciudad con un equipo ya de primera, -enhorabuena cadístas-, sigue mostrándose de segunda división. Salud y enmascararse.