José María Esteban
El palito largo de la raíz cuadrada
Salud que ya estamos en las calles, pero cuidado, que el toro sigue suelto
Algunas personas suelen tener un posicionamiento nada partidario de los temas. Intentan, lo cual no es fácil, ser liberales, lo que conlleva no tener etiquetas y por lo tanto verse por los demás según interese. Es la comparación con esos vinos sin marca que suelen ... estar buenos, pero que nadie es capaz de situarlos en que bodega. Por eso no son por lo común, tan prestigiosos. Uno intenta esa ruta.
En este trance tan duro que estamos sufriendo y que nadie fue capaz de advertir o prevenir en lo mínimo ni en lo máximo, quien lo afirme miente aviesamente, hemos visto como de nuevo, las redes sociales se han alineados con postulados y posturas de critica machacona, injusta y muy extremista, en mi opinión. Ya lo comenté varias veces en estos artículos, los bulos, sus usos y los autores anónimos que acechan detrás, aprovechan estos cauces para volcar, en las más de las opiniones, una cierta ira que no se corresponde con la realidad. Toda la culpa de los males, al que manda.
Lejos de estas letras no permitir que haya libertad de opinión y expresión, todo lo contrario. Lo que desearía expresar aquí es que no debe confundirse la necesidad de desahogarse, muy necesaria por las circunstancias tan dramáticas de estos momentos, con quien toma decisiones. Este país sigue sin saber que los temas tienen unos orígenes y unos desarrollos, en este caso sanitarios, en los que si no se es cuidadoso al opinar, podemos seguir destapando odios ancestrales que ya no sirven para nada. Bueno, si sirven, y siempre a los mismos.
Repasando la historia de nuestro querido país, y más profundamente lo acontecido en el siglo XIX, donde a ritmos conservadores se oponían en cortos periodos de tiempo otros progresistas, la falta de respeto a los gobernantes generó actitudes extremas y cainitas. De ellas son deudoras las enormes desgracias del siglo XX. No comparemos, pero seguimos fomentando la imposibilidad de superar aquellos mundos de consenso tan buscados por Laín, Zambrano, Unamuno, Ortega, Marañón, etc., donde la irracionalidad se impuso a lo deseado y respetable. Seguimos sin avanzar casi nada desde entonces.
Evidentemente no todas las cosas se están haciendo bien, pero tampoco tan mal. Al que le toca tomar las iniciativas, le toca equivocarse o acertar. Según los corrillos, parece ser, no aciertan ni de casualidad. Lo cierto es que les ha tocado gobernar, y aunque no estemos de acuerdo en algunas cosas que deciden, hay unas reglas del juego que no permiten que el partido cambie de equipos cuando le interese al público de las gradas, sino en el siguiente partido.
Llegaran los momentos de pedir cuentas, de exigir responsabilidades, de saber las verdades del barquero. Miren como Trump tiene muy claro que el virus nació en un laboratorio de Wuhan en China, y la comunidad científica no lo ve tan seguro. Todos sirven a unos intereses y esos intereses, juegan a aquello de «a río revuelto ganancia de pescadores».
En mi opinión, esos interesados rumores, tienen el peligro de hacer todavía más complejo lo que de por si es tremendamente duro, complicado de gestionar y lo más importante: sus resultados para todos. Este país de países, debería prosperar en las ideas de agregación y respeto que nos permitan ir superando los abruptos senderos de forma pausada, y no tan de paso adelante y paso atrás. Así no hay quien llegue a los destinos con cierta garantía de seguridad y progreso. Que sí, que está en nuestro ADN, pero los ADN, también se descubrieron con valores genéticos de bondad, honra y buena estirpe, y no solo para destacar los peores.
Esperemos salir cuanto antes de esta situación, como quiere todo el planeta. Aquí ya estamos en la fase 1 de salida. Trabajando duro para conseguir, una vez transitada rápidamente la V, que el palito largo de la raíz cuadrada, coja fuerza hacia arriba y nunca más baje. Salud que ya estamos en las calles, pero cuidado, que el toro sigue suelto.