José María Esteban
Un nuevo año, de un sólo deseo
La querida o queridas vacunas que harán del año que viene un año lleno de buenas noticias
Hoy día 30, día anterior a la Nochevieja, recuerdo como el pasado del 2019 nos llenábamos todos con unas largas listas de deseos en el porvenir del año que se alumbraba. Un año muy redondo de nombre, que nadie pensaba que vendría como ha ... venido . Aunque ya se sabía algo de que en China había una gripe diferente, pero inconscientes del mal, nos alentaba hacia un gran despegue y futuro más que esperanzador. Lo que pueden sorprender los tiempos, a pesar de su naturaleza cambiante. El que ahora vamos a rematar en un par de días, pide a gritos para el que viene deseos mucho más parcos en regalos o eventos. Solo pedimos que se nos presente la única esperanza: la salud para todos. Un deseo global compartido y muy ansiado.
Hoy se celebra San Sabino de Spoleto, un obispo que en el 303 de nuestra era fue martirizado y enterrado en aquella ciudad croata, hoy Split, donde radica el palacio más lujoso que se hizo erigir el mayor depredador de la Cristiandad: Diocleciano. Otro santo egipcio, homónimo y coetáneo de este, San Sabino, Abibus, o Phanas según las diferentes tendencias cristianas, cuya onomástica coincide pero no en fechas con el de Spoleto, fue otro obispo que murió allá por 287 en Hermópolis, luego denominada Antinópolis, una ciudad del alto Egipto. El “amigo” Diocleciano, el dueño del enorme palacio erigido en la ciudad del primer Santo Sabino, emperador muy conocido como hemos dicho por su cuenta de rendimiento matando cristianos, mandó arrojar al Nilo al religioso hermopolitano, donde después del martirio, suponemos que los grandes cocodrilos le darían santo entierro. Viene a colación este recuerdo, ya que los santos de los dos Sabino se celebran en diferentes fechas, el de Spoleto hoy 30 de diciembre, y del egipcio el 13 de marzo para la Católica, el 16 de este mismo mes para la Ortodoxa, y el 20 de febrero para la Copta, para ver lo relativo de todo. Como saben estas tres ramas de un mismo tronco religioso, son las tendencias occidentales y orientales que tanto en común tienen, pero que luego se van separando a medida que se van decidiendo propias creencias por las personas, no por su Dios . Cuerpos que se adaptan a diferentes territorios para sobrevivir. Algo natural, como las cepas.
Una vez hecha estas citas hagiográficas que nos suponen un recuerdo histórico para reflexionar sobre las distancias tan lejanas y tan cercanas en nuestra historia, hoy nos hacen ver diferentes perspectivas. Debería pasar que en este 2021 que nos llega, las diferentes tensiones de odio en forma de diferentes contagios, tuviera la misma variante común que las atenuara, y que fuera la deseada, eficaz y definitiva vacuna. Ya se ha comenzado a dispensar el pasado domingo. Posiblemente nunca se ha deseado tanto, ni se ha urgido tanto científicamente para encontrar este salvoconducto y circular por el 2021 con el mejor pasaporte por el mundo.
En tiempos del cruel emperador romano y los anteriores, no hubo pasaporte posible y aquello fue una pandemia de odio que se llevó por delante a millones de cristianos. Al igual que el tiempo de los santos que hoy recordamos, vino el decreto de Constantino el Grande y llegó la ansiada vacuna de respeto a la religión que paró tanta muerte . No importa que se conmemoren en diferentes fechas los santos,lo importante es que llegó a todos los pueblos del imperio ese edicto, con su proclamación en Milán en 313, que supuso el cese de la tragedia y un enorme jubilo al recibirlo.
No creo que en los últimos meses, se haya tenido tantas ganas de acoger una noticia de la solución al mal mundial como la querida o queridas vacunas que harán del año que viene un año lleno de buenas noticias y esperanzas para recobrar vidas y una normalidad que se entendía por perdida. Mientras nos fabrican a cada uno ese pasaporte personalizado, mantened la mascarilla y las distancias, el salvaje matador sigue rondando. Salud y Feliz Año 2021.
