José María Esteban
Nuevas torres de Babel
Hay muchas maneras de resolver los convenios y repartir las cargas urbanísticas, escuchando también a la ciudadanía, diseñando soluciones respetuosas
Cuando creíamos haber superado el periodo expansivo y especulativo de los años sesenta y setenta del siglo pasado, se adivinan nuevas imágenes que dejaran sin voz a más de un ciudadano propio y foráneo en esta capital. El urbanismo gaditano de entonces, por no irnos ... muy lejos, se movió entre proyectos intensivos para la llegada del turismo en el ensanche y la pérdida de edificios notables en el Casco Histórico cambiándolos por bloques de pisos. Un aire excesivamente permisivo fue inundando de torres y edificios anodinos de viviendas y apartamentos el bello paisaje, donde solo destacaban las torres miradores y airosos pretiles de almenas y merlones rematados de florones y llameros. Aquello desembarcó en la declaración de Cádiz en 1975 como Conjunto Histórico Artístico para protegerlo
Cádiz después del derribo de las murallas por el alcalde Cayetano del Toro un 3 de marzo de 1906, seguido de otros nuevos en las dos semiciudades de que consta Cádiz: Casco y Puertas de Tierras, fue convirtiendo el mejor Centro Neoclásico de Europa y su delicado paisaje en una especie de dentadura mellada y altisonante. Los buenos ejemplos de arquitectura, en vez de tener cabida en el ensanche, donde se permitían más altos y mejores ejemplos de modernidad, se suceden en uno y otro lugar, con muy escaso resultado estético o artístico.
Bueno, pues como si no hubiere pasado ni un siglo de aquello, de nuevo se nos presenta como hechos consumados la aparición de, al menos y por ahora, dos elementos casi rascacielos para nuestras escalas, la Residencia del Tiempo libre, un magnifico elemento de los pocos que se diseñaron bien en el frente de Playa, y la torre del otro hotel encima del mausoleo entre la estación Nueva y Vieja. No ha bastado el dislate de alturas del nuevo Parador. Muy pocos conocen cual será el alcance visual de dichos dos elementos. La transparencia municipal sigue estando más en la palabra que en los hechos.
Sabemos que el hotel en Tiempo Libre, que a partir de ahora se llamara con el apellido de alguna familia, va a aumentar un número de plantas sobre lo existente, creando nuevas habitaciones para que salgan los números, en una edificabilidad difícil de justificar.
En el caso del hotel término ferroviario, se colocará otro nuevo junto a la Muralla, con otro nombre de familia hotelera, a menos de dos metros del cumplimiento protector de la muralla, que es Bien de Interés Cultural. Una mole de siete plantas sobre el mausoleo de blanco material, es decir casi unos 25 metros más de altura sobre los 15 actuales. El impacto en el acceso a la ciudad histórica bajando las Calesas será de órdago y traerán cola. Quizás haya sido una cortina de humo descatalogar cercanos edificios, como la Aduana nueva, para distraer la atención sobre estos temas.
Hay muchas maneras de resolver los convenios y repartir las cargas urbanísticas, escuchando también a la ciudadanía, diseñando soluciones respetuosas que no nos recuerden el dinamismo expansivo del siglo anterior. El Ayuntamiento, debería repensar estas actitudes que pocos valores van a agregar a los singulares esta bella ciudad. Me recuerda la cita de Jorge Manrique de «cualquier tiempo pasado fue mejor», en el sentido contrario como debe entenderse en las coplas del palentino de Paredes de Nava, del S XV.
En esta ciudad, quizás para demostrar que se haya hecho algo, no deberíamos ir por estos nuevos dislates de alturas irresponsables. Sería mejor destacar en los números de vacunas colocadas, mejor cultura de prevención y mejoras de infraestructuras, que dejen un sabor mucho más gustoso. Permitir que de nuevo los capitales, lamentablemente de procedencia pública, incurran en las mismas equivocaciones, no es de recibo. Salud y cuidaros de las nuevas y altas torres de Babel. Quizás solo sirvan para preservarnos de los tsunamis y olas que vendrán… Y de todo tipo.