José María Esteban
La normalidad que todos queremos
Las rutinas de saludos, encuentros diarios y necesarios se van recuperando poco a poco
Después de tanto sacrificio, esfuerzo en creer lo increíble y mantener la disciplina, llegan los tempos de salir. Volver a trabajar, no solo online, sino en el puesto de trabajo con los compañeros y relacionarse. Las rutinas de saludos, encuentros diarios y necesarios se van ... recuperando poco a poco. Nadie sabía de antemano que vendría este parón de todo y de todos. Pero ha sucedido y tampoco es para que debamos estar machacándonos continuamente con reflexiones de que va a pasar, o que pasará después de esta época. Esta cantinela, se hace insoportable.
No hay duda que la calamidad económica sustituirá y se apoderará del noticiario sobre la sanitaria. A unos niveles de baja intensidad en los números y en los fallecidos, debe seguir la mejora de empleos, recuperación económica y cuanto antes, porque es posible. Trabajo ha costado aplanar las curvas, aunque sigamos sin saber cuántos nos dejan cada día de verdad por este dichoso virus, y debemos suponer que lo perdido en estos meses es recuperable.
Debemos reaccionar. Alejémonos del síndrome de Estocolmo que nos mantiene miedosos a dejar el confinamiento definitivamente. Aplicando todas la salvedades que nos impongan y las que aportemos por cordura cada uno de nosotros. La meta es: conseguir que este mundo vuelva a latir como lo hacía antes. No solo se trata de volvernos un poco japoneses apretando en el trabajo y usar las mascarillas como algo muy normal, no solo por esta época, sino por respeto a los demás. Ellos hace tiempo que lo hacen, cuando algún síntoma de resfriado, duda sanitaria, o costumbre de rentabilidad laboral pueda involucrar al próximo. Se trata de una manera nueva de entender el respeto mutuo de forma natural y autoexigida.
Lo que no debemos es renunciar, porque costó mucho trabajo construir este mundo, y porque se diga reiteradamente que se va a ser diferente, vaya a ser tan distinto. Se ha hablado tanto de cómo será la nueva normalidad , o que debemos hacer, que es como un martillo pilón que bloquean nuestras consciencias creyéndonos que todo va a cambiar de la noche a la mañana.
Verán como en la mayoría de nuestros comportamientos, y en lo que es peor, en los de la economía, no solo no se va a cambiar mucho, sino que probablemente, envalentonados por la superación de la pandemia, salgamos más valientes. Incluso se aprieten las tuercas de los derechos más que en la crisis del 2008. No les digo como han cambiado los políticos. Por eso, en mi opinión, habría que apartarse de las reflexiones que inundan nuestros mercados, y tratar de pensar que es bueno y posible volver a una normalidad, tal cual. Es decir como la de antes, pero donde queden por rematar y modificar los comportamientos, que ya detectamos en su momento y que ahora se han visto muy patentemente deficitarios.
Para no repetir lo mismo, no tratando de ser original en algo que ya no se puede, lo que hay que entender es que la historia del hombre en este planeta, y no solo por las pandemias, ha sido una pugna estableciendo los límites entre lo individual y lo social, hoy en lo global. Si en algo se avanzó en los últimos dos siglos, fue en conseguir que lo social primara sobre lo individual. En esto, sí que hay que seguir persiguiendo esas metas de naturalidad. Lo que hemos detectado como débil, y no han sido tantas cosas, son los únicos aspectos que hay que transformar con el horizonte de mantener nuestra calidad de vida. Por supuesto la calidad de vida de todos, pero no vernos sujetos al cambio de todas las funciones y relaciones que han hecho situar este mundo vivido, en un equilibrio inestable, pero equilibrio al fin.
Para rematar, dos ideas claras. Ni el dueño del poder va a querer dejar de tenerlo, y cada vez más, ni el abandonado a su suerte podrá tener capacidad de conseguir nuevos cambios. Lo que tiene que hacer la población intermedia, -en su día se llamó la clase media, hoy ya no existe en absoluto como tal concepto-, que es la gran, numerosa y ahora llamada a ser la protagonista, debe concienciarse de que la nueva realidad, sería mejor, si generosamente exigiéramos y de verdad, mayor justicia, mejor reparto en lo laboral, mayor disponibilidad en lo social, en lo común, y prepararnos más ética y concienzudamente para las futuras pandemias que nos lleguen. Aunque solo fuera unos pocos y pequeños cambios, con ello sería suficiente. Cada vez que ocurre un asesinato, o una flagrante falta a los derechos humanos, esto se convierte en otra nueva pandemia. Y eso, al menos, en adelante, no debemos permitirlo. SALUD y mascarillas.