José María Esteban

Necesidad de regalarnos

Buscar ánimos y fuerzas se hace reiteradamente necesario

José María Esteban

Hay poca emoción, hasta cuando nos asomamos a los telediarios. Aparte del empacho sobre el virus, las noticias nos parecen cada día más repetitivas e iguales. Ya del ritmo de los acontecimientos no se deducen las fechas. Los disturbios nos recuerdan a un ... lejano octubre independentista. Los injustificables vandalismos nos retrotraen a las reuniones de G8, G20 o GN. Los descalabros económicos y deudas, contadas con la mayor de las naturalidades, nos sitúan en 2008 e incluso en periodos de crisis anteriores. Todo tiene un anodino y distinto transitar. Las grandes inquietudes siguen latentes.

El alma de las ciudades está tomando un ritmo catatónico, que nos impide respirar con naturalidad. La molesta mascarilla, nos dificulta aún más la vista, con veladuras húmedas en los cristales . El acompasado soplo de las respiraciones, ahora ya escuchado, nos aleja por momentos de la mueca y la realidad. No se avanza.

Buscar ánimos y fuerzas se hace reiteradamente necesario. A veces lo logramos cuando vemos en las primeras barricadas superar cada día su entrega. Espacios de pasillos interminables y salas llenas de camas con raros aparatos de pitidos rítmicos son la referencia. Todo de un homogéneo color blanco lejía y verde quirófano. Una atmósfera cargada de asepsia y de gritos apagados en la calma de la paciencia infinita.

Es una época que se está haciendo demasiado larga, con la esperanza de un pinchazo que a todos nos quite zozobra, dolor y malos pensamientos. Muchos trastazos económicos ahora y los que seguirán en unos años. Las calles están como si las hubieran recién terminado. Negocios cerrados, encalados de cartones y papeles que ocultan en su interior, Dios quiera que brevemente, una falta del bullicio en compras y empleo.

Bueno, esto es así y nos vamos acostumbrando a este ser y estar. Este año veintiuno, la cuesta arriba se convertirá poco a poco en una sana llanura. Sin duda nos conducirá descendiendo a un suave repecho que nos haga descansar del largo esfuerzo que soportamos. Las rodillas, como pasa siempre, lo sufrirán más. Las sensaciones de mejoría están ya aquí mismo presentes. Nos seguirán machacando con la suave y necesaria desescalada, pero hemos de sonreír a la segura esperanza de las vacunas y los encuentros gratos y queridos. Se acabaran los wasap repetitivos, ya sin sentimientos leídos de tanto usarlos, como el amor.

Hemos de procurarnos metas sencillas que nos permitan revivir sin lastimarnos más las conciencias. Sobrellevando lo mejor posible esta ingrata temporada. Cada uno en su vida debe generar nuevas emociones. Buscar ánimos para reemprender el camino y conseguir que nuestros corazones latan, no solo por latir, sino con algo más de sentido vital. Es complicado, sobretodo para los muy dañados, cuyas fuerzas no existen, pero hay que seguir. Es vida mientras que la mantengamos en esa búsqueda de nuevas luces y nuevas expectativas que nos hagan eso: vivir. Hoy por hoy inyectarnos salud es seguir buscando lo mejor es un buen camino, pero vayamos más allá.

Yo creo que debemos reinventarnos en cada momento. Tenemos que renovarnos con una cierta alegría sentida en pequeños momentos de esta caminata. De eso trata la felicidad. Tenemos que regalarnos cada día una emoción. Hoy por ejemplo día 3, felicito a mi hermano Eduardo mi gemelo, ya que es su cumpleaños y le regalo este artículo. Con ello creo que yo también me estoy regalando. Un hoy anhelado con mi familia directa en Cádiz y parte del extranjero. Tengo muchas ganas de vivir todavía. Salud y que cumpláis muchos más, pero no muchos con mascarillas.

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