José María Esteban
Las memorias históricas
No creo que esa placa en la casa de Isabel la Católica, separara a muchos gaditanos, ni fuere un objeto temido o desesperante
Si olvidamos mueren nuestras historias, pero si no perdonamos, las malas historias se apoderan de nosotros en forma de valores perversos. Hay quien dice que somos lo que pisamos, o lo que comemos o lo que socializamos. Yo creo que somos un totum revolutum que ... se alimenta de relatos familiares, culturas adquiridas, raíces irrenunciables y sobretodo somos lo que queremos ser y amamos por nosotros mismos.
Cuando convertimos hacer cumplimiento de las leyes con hacer ruido, podemos cometer el error de que lo que se persigue, aunque sea un mandato legal, con cierta duda en su aplicación histórica, se advierta como una represalia, venganza o castigo, más que hacer de ellas instrumentos nobles y obligados de justicia. Para ello y los juristas lo saben mejor que nadie, hay que saber leer y atender al espíritu de la ley. En casi todas las situaciones los preámbulos de las leyes o lo que se llama motivación es donde radica el objeto principal de aquellas que se dictan y aprueban para que la regla de juego quede clara. Lo que no se puede es hacer una ley que se superponga como una plantilla a todos los supuestos y creamos que se ajusta a la tipificación de todos los casos.
Esa es otra de las grandes dificultades que nos dejan leyes escritas y en un articulado que debe ser mínimo, suficiente y claro que además crea ser justo y completo. Para eso están los reglamentos de las leyes, que, si saben expresar más puntualmente esa tipificación y bajar al territorio de la aplicación directa, para que las leyes se conviertan en lo que pretende, que es antetodo ser justas. Todo esto con el debido respeto de una persona como yo, que no es ni jurista ni ha estudiado específicamente leyes, aunque estudiado muchas de ellas, pero que si ha pasado por muchos vericuetos donde las leyes se aplican y lo que se va buscando al fin, es que alguien resarza del daño o lo pague. En algunos casos antes que buscar solo la culpabilidad o el autor de la ofensa.
Por todo esto creo que, el espíritu que marca todas las leyes es el de buscar la mejor relación entre iguales, las mismas reglas del juego complejo en el que todos estamos sometidos y la expresión de una conformidad de concordia y tolerancia. Debemos ser en las aplicaciones lo más amplios posible y sopesar los efectos sobrevenidos sobre algo que quizás sea menos dañino que un castigo ejemplar, o se vaya contra valores de la colectividad, creyendo que se hace todo lo contrario.
Es por eso que también y además de las memorias históricas, que, por supuesto hay que resanar y ya vamos para casi 46 años, de aquellos funestos sucesos, o sea dos generaciones y pico, hay que acudir a los que nos une más que a los que nos separa. No creo que esa placa en la casa de Isabel la Católica, separara a muchos gaditanos, ni fuere un objeto temido o desesperante, por cierto, de valor artístico como otros que se han levantado de sus sitios, que solo sería suficiente apelar a las excepcionalidades de la ley en los valores artísticos, históricos o arquitectónicos también aplica.
Lo demás es reduccionismo y ver las leyes como armas arrojadizas que ya no vienen a cuento y siguen ahondando en esas dos maneras de entender este nuestro querido país, con el daño que se hizo y que se despierta ahora en cada torpe decisión.
Salud y cuidaros mucho, que lo importante está por venir, y en eso es donde no hay que perder el tiempo.