José María Esteban

El mejor año que viene

Vivimos esta vez en una burbuja, no inmobiliaria, sino de inquietudes inciertas por informaciones y noticias de la pandemia, que nos aprietan y achican como sumisos ofuscados

José María Esteban

Decía Pitágoras, gran filósofo además de matemático que: «El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos». Podemos aplicar esta reflexión en esta época que nos ha tocado vivir, donde la inquietud nos lleva, ya por tercer año consecutivo, a transitar entre ... el miedo y la esperanza de un nuevo y más saludable mundo.

La secuencia de la vida nos lleva a su mejor experiencia, que es seguir alimentándola. Vivimos esta vez en una burbuja, no inmobiliaria, sino de inquietudes inciertas por informaciones y noticias de la pandemia, que nos aprietan y achican como sumisos ofuscados.

No salimos de una ola y se nos viene otra encima. Suponiéndola más pequeña, porque el mar también toma sus descansos, llega mucho mayor, con una amplitud que no esperábamos. Los medios no cesan alimentando intranquilidades.

Este ritmo de ingratas incertidumbres crea en nosotros evidentes dificultades para generar una limpia esperanza de vida y sentirnos libres de verdad. Son las nuevas circunstancias de nuestro querido y a veces áspero mundo. Ya se ha dicho todo. Psicológicamente, unos aguantan mejor que otros, como citamos el miércoles pasado, pero es verdad que se hace ya cansino. Las naturalezas de cada individuo son muy diversas. No solo para entender y asimilar mentalmente lo que nos ocurre, sino comprobando como cada bioquímica responde distintamente a los continuos ataques. Las vacunas contra las letras del bicho, nos introducen rosales de ilusión para estar mejor defendidos.

Nuestra respuesta vital a estos inciertos, donde quizás la verdad no se conocerá nunca hasta que pasen muchos años, será seguir las indicaciones de los que suponemos que saben. No nos queda otra tarea que creer en la ciencia y en la experiencia. Si no lo hacemos así, cada cual cobre su propia responsabilidad y se la aplique posteriormente.

No olvidemos que vivimos en una sociedad donde cada libertad termina donde empieza la de los demás. Que es como decir: o vamos juntos, o esto se convierte en una jungla, de la que creíamos haber salido hace mucho tiempo.

La naturaleza humana ha evolucionado siempre aplicando sus mejores armas: la racionalidad, el conocimiento aplicado y la unión de sus componentes humanos. Si echamos un vistazo atrás en la Historia de la Humanidad, por poner un ejemplo, en ‘El Medico’, del recién perdido Noah Gordon, leemos y vemos como hemos ido avanzando venciendo miedos y amenazas, por encima de agresiones e impedimentos. Para el año que viene, debemos creer que esto, como el Cumbre Vieja, por fin mudo, tiene sus días contados.

Solo podemos desearnos seguir alimentando la mejor ilusión, para encontrar los apoyos y ajustes diarios y seguir latiendo más fuertes en el próximo año. Nunca necesitamos más a la familia y los amigos para caminar hacia esa luz natural, sin nieblas ni sobresaltos. Solo es cuestión de asumir el tiempo esperado y vacunado, que siempre inexorablemente llega. Seguro que cuando contemos que las telillas con gomitas orejeras en las caras, salvo las ausencias, fue lo más desagradable e incómodo de la dura época pasada, sonreiremos con el recuerdo.

Mucha Felicidad en el paso final del 21 y para el de los dos patitos, que siempre encontremos fuerza, bien en aquella ilusionada frase de Pitágoras, o en la de nuestro insigne príncipe de los ingenios don Miguel de Cervantes, que dijo: «Los deseos se alimentan de esperanzas».

Salud y confianza que el 22 será incontestablemente mucho mejor, por supuesto, aunque tengamos que seguir con las precauciones un trecho largo, es lo que toca.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios