Ya llegó el verano
Pero cargadito de inflación, subidas e imposibles disfrutes extra- domiciliarios

Y con él, todos los ingredientes que hacen de esta estación un posible y bondadoso deleite en estas tierras. La sucesión de las estaciones, a pesar de que hay quienes se encargan de hacer el paso de una a otra únicos y llamativos, es eso, ... una lógica e inexorable demostración de los itinerarios de la tierra. Sí, porque muchas veces nos olvidamos que seguimos dando vueltas sin cesar. Vueltas que nos llevan de forma circular y elíptica a transitar más o menos cerca del Sol. Él se encarga de hacernos ver que su proximidad nos dará calor y su alejamiento, dependiendo del sitio, algo más de frío.
El concepto veranear, si en algo debemos diferenciarlo este año de los anteriores u otros que permanezcan en nuestra memoria, va a ser diferente. No lo digo por los calores, que este año ya han venido tempraneros en la primera quincena de junio y que, sin duda, llegarán de nuevo. Oleadas libias y tunecinas de ardores levantinos y saharianos nos harán sudar y recordar el suave color ocre de la arena del desierto. Este año el verano será diferente porque está viniendo mucho más caro.
Quién nos iba a decir que una mínima, pero muy dañina guerra en el mar Negro iba a suponer un cambio tan dramático en los precios. Ya lo comentamos en su momento, la globalización es lo que tiene. Todo, por reducido que sea, repercute mundialmente en los parámetros de vida. La invasión de Ucrania, con los cortes y el chantaje de un gas al que nos tenía sujeto, ha convertido al nuevo y loco zar en el mayor manipulador en el valor de los consumos. El efecto en física se llama Huygens, es decir por propagación concéntrica de ondas, que se va contagiando a todos los campos de relaciones sociales y económicas. Bien sea por los combustibles; o por los camiones y barcos que lo llevan casi todo; o los productos agropecuarios sensibles siempre al aumento, aunque no para el primer productor; los embargos de los trigos de la despensa del mundo occidental; o por la costosa manera de entender la nueva guerra fría. Todo en conjunto está haciendo que los precios se hayan perturbado y hasta triplicado en sus cifras, sin templanza ni control.
Este estío incluso dejará a muchas familias en sus casas. Ese aumento de los importes para vacacionar no va a permitir que el merecido premio anual por el trabajo, traducido en un descanso merecido, pueda hacerse de la manera que antes, casi todos, estábamos acostumbrados. Quizás sea una de las características que van a marcar esta estación del 2022. El verano ya llegó, pero cargadito de inflación, subidas e imposibles disfrutes extra- domiciliarios.
Además de la presión del día a día para los que menos tienen, las noticas nos lo estarán recordando continuamente. Porque ya las noticias son lo que quieren que pensemos que sean las noticias más duras. Esa forma de entender los ciclos vitales, por los cambios y la continua sucesión de hechos, nos lleva a otra nueva y sempiterna sensación de vértigo e inquietud. Ya digo, más para los que menos tienen, cuya realidad no les permite elegir libremente.
¿Cuál será la reflexión final? En mi opinión, habrá que irse acomodando obligatoriamente a las nuevas circunstancias. Son periodos que llegan, a los que sucederán otros. La habilidad de los humanos siempre fue sobrevivir adaptándose a los cambios. Lo que habrá es que pedir que los nuevos tiempos, vengan también con mayor capacidad de entendimiento, respeto y justo reparto, para que los daños de esos cambios, no los paguen siempre los mismos. Cuidaos de la séptima ola.