José María Esteban

La ingrata memoria de Cádiz

Manuel de Falla necesita un espacio vivo donde se encuentren sus vidas, sus músicas, su ascendencia y trayectoria vital, a la vez sea de lugar de encuentro, interpretación, investigación y atracción turística y cultural del mayor rango

José María Esteban

Siempre se ha dicho que una sociedad es dueña de sus hombres y mujeres, siempre que los recuerden al hacer por ella lo mejor. Es un acto de obligada gratitud permitir que los ilustres sean recordados con las mejores galas y permanencias posibles. Con las ... leyes de las memorias históricas, se revisan los auténticos valores de cada persona y se cambian, a veces nada acertadamente, sus trayectorias en las ciudades, por nuevos títulos de rótulos oportunistas y/o con nada de memoria histórica.

Los catálogos, siempre subjetivos, para desmontar elementos históricos, a veces de enorme calidad artística, obligan a remociones sin la menor reflexión. Son fruto de algunas concepciones reduccionistas que no sirven sino para satisfacer a una muy corta parte de la sociedad. La historia es inamovible, aunque haya que buscar la auténtica verdad, que suele esconderse en entresijos de difíciles encuentros.

Aparte de lo que exprese la ley, seguimos en esta ciudad de Cádiz, por ejemplo, siendo muy simplista en algunos asuntos, pero no somos capaces de cumplir con la obligación social y ciudadana de demostrar el verdadero cariño, salvo excepciones, a nuestros insignes, autores, artistas o personas que lucharon por mejorar la estirpe y cualidad histórica y cultural de la ciudad. Lo que ocurre con Manuel de Falla en Cádiz, como asunto muy cercano –hace unos días se cumplieron 145 años de su muerte–, no tiene ninguna explicación. Nos gastamos fortunas oportunistas en desmontar asuntos o cambiar letras del nomenclátor, mientras que no somos capaces de hacer verdadera justicia a los auténticos valores de esta tierra.

No se entiende que Cádiz, una de las ciudades con mayor historia de Europa y el mundo mundial, no ofrezca a ciudadanos y visitantes los recuerdos que merece. No existe un Museo de la Ciudad que relate una historia completa de su gran trayectoria.

No sabemos apenas de nuestra abundante memoria arqueológica, solo circunscrita a pequeños detalles en el Museo y en pocos espacios en su propio contexto, muchos cerrados; ningún lugar que exponga la inmensa aventura naval y la de su enorme comercio; nada de su historia como plaza fuerte, llena de recios recintos y baluartes defensivos; nada sobre la naturaleza arquitectónica de sus palacios y nobles casas de comerciantes; ninguno sobre las gestas científicas; nada donde contar la mejor historia de sus mejores mujeres y hombres, que murieron, defendiendo en sus tiempos lo que creían y tocaba pensar como mejor, sin atavismos ni venganzas.

En fin, Cádiz, que podría ser la ciudad de los museos, no exclusivamente desde la iniciativa pública, sino compartido, o solo con la iniciativa privada, podría ofrecerlo. Cuando se viaja por el mundo se sabe que la cultura esta soportada por personas y sociedades que saben invertir en sus memorias comunes, a cambio poder deducir por esos mecenazgos. Aquí solo lo público como compraventa de votos. Lo privado parece que esta estigmatizado y se le ataca con una atroz ferocidad.

Manuel de Falla necesita un espacio vivo donde se encuentren sus vidas, sus músicas, su ascendencia y trayectoria vital, a la vez sea de lugar de encuentro, interpretación, investigación y atracción turística y cultural del mayor rango. No basta con una cripta y unas limitadas placas murales, con el peligro de que alguien las remueva. A ser posible en la propia Casa Natal que para eso nació aquí, no en otro lugar, o provisionalmente en Pinillos.

Cádiz es muy ingrata en valores y muy manga ancha con nombres que solo aparecen y desaparecen sin aportar una memoria auténtica social, cultural y patrimonial a esta ciudad.

Salud.

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