José María Esteban
Se hace camino al transitar
Este país debería volver a rescatar el ritmo vital de todo y cuanto antes
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Ya regresan esas sensaciones de estar liberados de la condena domiciliaria. Una condena que nos ha permitido, principalmente, saborear lo mejor de nuestras familias y acompañantes e incluso «videoamigos». El disfrute no ha podido ser más intenso. Poco a poco iremos recuperando la normalidad. No ... me gusta nada eso que llaman: la nueva normalidad. El futuro que rescatemos, será para todos un muy mejor presente.
Llenémonos de fuerza y alegres ánimos, ya que por fin se termina el periodo de confinamiento. Sí, por fin se va superando la prueba de una época donde hemos sido prisioneros de algo, que todavía no sabemos el cuándo y el por qué, pero que da síntomas de cansancio y por las cifras se atisba pasajero. Alegremos nuestras almas ante el reencuentro y el rescate de lo social, lo laboral y lo profesional.
Este país, al que tanto gusta dar tumbos y poner palos en la rueda, como aquel pelele que tan bien representó Goya, debería volver a rescatar el ritmo vital de todo y cuanto antes. Ya queremos que todo pase, y queremos que no nos estén machacando con las sempiternas dudas de si está o no está. Queremos no tener miedo a volver. Muchos que estamos sanos, estamos poseídos por el espíritu del síndrome de Estocolmo y salir ahora, se nos hace hasta dudoso y arriesgado.
Independientemente de que se tenga que seguir con las prevenciones, deberíamos lograr entre todos que este periodo de transición, sea el más corto posible. Pero no solo corto y volver a estar en las calles ociosos y mirándonos unos a otros, como guerreros enmascarados, sino como seres sociales y abiertos que somos. No sé quién dijo que la facultad mejor del hombre (incluye la mujer obvia y gramaticalmente hablando) es la de generar un mundo de relaciones y encuentros que se formaliza en la ciudad. Ya Osvaldo Spengler habló de que la ciudad es la obra más maravillosa de la Humanidad.
Pues bien, estos periodos de transición, yo los llamaría de transitado, son los mejores, y son donde se da la talla de las ideas y los comportamientos. En mi materia, que es la arquitectura, esos periodos de paso de una sociedad artística a otra que demandaba un nuevo estilo, son los más fructuosos y bellos. El pregótico, el cuatrocientos, el manierismo, el romanticismo, los eclecticismos, el internacional, etc., etc. llenaron espacios, donde la duda creativa producía maravillosos artefactos. Se adelantaron a momentos de difícil concepción previa.
Nos está pasando. Éste es un periodo importante de transitar social y económicamente. Nos va a llevar un rato asimilar las nuevas reglas de juego, pero hay que estar atentos a lo que viene. Porque lo que viene es lo mejor, aunque va a doler a muchos por sus pérdidas y modulaciones, y por eso deberíamos sentirnos positivamente esperanzados. Necesitamos que el camino se haga por todos, andando o a paso rápido, como dijo el maestro Antonio Machado, con enorme sabiduría: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar…»
Tenemos que sacar lo mejor de nosotros para que esta salida sea totalmente de no retorno. Para ello respetémonos y respetemos a todos, no por las fases, que es un pequeño lío, sino por motivos de natural relación y sobriedad que demanda esta transición. Seguro que cuando todo pase, que pasará, al echar la vista atrás, una vez llegada la otra normalidad que conseguiremos plena y completa, con las cicatrices correspondientes, seamos capaces de haber aprendido mucho más y ser finalmente mucho más felices. Que es al fin y al cabo a lo que hemos venido a este mundo. Salud, que ya estamos en la curva final, y muchos ánimos a los más débiles.