José María Esteban
Globalización y coronavirus
Los que tienen que decidir acciones, van por detrás de los que lo publican a todas horas, creando cierta inquietud, angustia y miedo
No es de mi gusto alimentar temas virales que ocurren en el mundo, nunca mejor dicho ahora. Sí, me interesa extraer de estos fenómenos de la globalización, o sea el conocimiento y los cruces de ecos concéntricos y ampliados que tienen las redes sociales y ... la información, su difícil control y sus efectos. Es necesario ir comprobando la dimensión que debe tener lo que circula por ellas, yendo su capacidad de verdad por un lado y los bulos por otros, sin que nadie los sopese.
Tanto con el cambio climático , otro efecto global, con sus efectos humanos que no los voy a negar, el caso del coronavirus , cuya verdad parece muy difícil de encontrar así como su vacuna, como pueda ser otro fenómeno de masas o sicosis de dimensiones mundiales, se nos van de las manos. Los que tienen que decidir acciones, van por detrás de los que lo publican a todas horas, creando cierta inquietud, angustia y miedo, como decía hace poco mi amigo Antonio Ares. Es como si retransmitieran guerras en directo. Nosotros mismos que lo rebotamos en todos sentidos, por el permiso gratuito que supone utilizar las redes sociales, contribuimos notablemente a ello. Gratuitos en la inmediatez, que no en los intereses comerciales encerrados.
Debemos deducir claramente los valores reales de las noticias y los efectos que un fenómeno de masas produce en la Humanidad. Fruto de la insistencia por el ya mismo, por el uso del dichoso móvil o portátil y la capacidad cada vez más grande que tenemos los humanos de convertir todo en urgente y personalizado. Posiblemente esta gripe “especial” con un vector también muy especial, esta vez un virus “real”, como lo fue la fiebre aviar o el ébola, deban sujetarse a protocolos restringidos de información, donde solo dejemos hablar a los verdaderos mensajeros de las investigaciones, como el Dr. Simón, y no seamos nosotros, expertos en casi nada, y carne de pánico continuo.
La necesidad de ser cautos y más precavidos en higiene , en un mundo de paquetería proveniente de sitios tan lejanos y en parte tan oscuros como China, nos deben alertar mucho más que antes. Es un fenómeno claro de la globalización. Una burbuja de aire o de agua, ayer en Hong Kong, estará en nuestras manos, en forma de envoltorio hoy mismo, sin que haya pasado ningún control. Estos signos de la globalidad están generando una cultura de inseguridad que debe provocar un nuevo comportamiento alternativo de control, que hoy por hoy se sitúa por detrás de sus efectos nocivos.
Hemos creado una bestia de fácil, inmediata y contundente penetración, sin que hayamos digerido en profundidad sus efectos perversos, ni podamos ponerle bozal. Nadie es capaz de crear un auténtico antivirus para estos temas en su móvil. Mucho menos los estados, en prevención de lo que está pasando, para evitar pandemias o secuencias mundiales de infección masiva. No podremos evitarlo. Es el mundo que nos está «brindando» esta era tecnológica. No deberíamos echar más leña a un fuego peligroso. Un potente efecto que nos está condicionando no solo por la inmediatez de los mensajes y su machacona utilización por los notarios de la actualidad, sino porque nos infectamos y se nos está olvidando pensar y reflexionar. Los daños los vemos ahora, donde hasta el capital evidencia sus pies de barro con estos sabañones. Nacen nuevas guerras con otros tipos de armas que como resultado final desequilibran más la justicia. Y estos fenómenos serán cada vez más potentes y asiduos. Hoy más que nunca: SALUD .