José María Esteban

La fuerza de la estirpe

Ceuta es un encanto frente a Algeciras, cerca, muy cerca, pero en África

José María Esteban

Siempre estuvo allí. Su enclave y forma geográfica la situó como un lugar de abrigo y encuentro. Una península que recuerda mucho a Cádiz por sus rasgos, acentos de lengua, formas y dejes de vestir, aunque más pequeña y montañosa. Ceuta es un encanto frente ... a Algeciras, cerca, muy cerca, pero en África. Paseando por esta preciosa ciudad, te confunde la naturalidad con la que conviven propios y extraños, porque el tiempo todo lo puede. Todo es un latir acompasado, con giros y llamadas que suenan iguales. Rasgos españoles combinados con dejes marroquíes, judíos e incluso hindúes, que ya impregna a casi toda Europa. Una España mestiza de futuro. Al encontrar de nuevo esta querida ciudad y conocerla más a fondo, sus sensaciones nos trasladaban a otros mundos.

La Puerta Califal, encontrada en 2002 y construida en el siglo X por el octavo emir independiente y primer califa Omeya de Córdoba: Abderramán III, relativiza los tiempos. El llamado “El que hace triunfar la religión de Dios”, el califa que mejor trató nuestras tierras, en aquella entrada escondida hasta hace poco, nos dejó un poco pensativo sobre lo relativo que es todo. Ceuta fue una ciudad fundada, como todas las de nuestras costas por el origen de la vida. Poblada por diferentes civilizaciones que la hicieron suya y que dejaron huellas indelebles en sus pieles y roquedales. Hoy mismo, nuestro querido amigo Pepe Ramos, estudia en Benzú, tierra caballa, si los neandertales pasaron a Europa por aquí o por Asia menor. Como vemos la geografía hace que los sitios tomen forma humana por su acogimiento y benevolencia. También se nutren de muchos artefactos para su defensa, debido a su exposición.

La maravillosa Puerta del Califa Andaluz, nos sobrecogió. No solo su hermoso arco de herradura, sino por ser de las pocas en España que diseña su alfiz en esquina y mantiene sus estucos revistiendo los sillares con pinturas de formas geométricas de colores rojo y gualda, de una belleza inigualable. También nos llamó la atención y lo habíamos buscando ante para nuestros libros, que tanto la puerta como la muralla omeya, fueron construidas con piedra ostionera de la península. Este aglomerado tan gaditano no existe en las montañas ni acantilados de Ceuta. Suponemos que procedieron de la zona más cercana, que bien puede ser Punta Camarinal en Bolonia, donde aún siguen restos de sus canteras. Los sillares traídos en barcos por los alarifes de Abderramán III, magníficamente cortados e iguales, se colocaron en una singular traza de triple tendel y soga. Tres sillares a testa y uno a lo largo, aparejo y revestimientos muy especiales, que nos evocan inmediatamente la subyugante Medina Azhara, que tan poco tiempo disfrutó el mismo Califa.

Esa piedra ostionera, con las sucesivas etapas de colonización de esta punta e istmo, igualan la forma de entenderse los seres humanos en estos mismos sitios. Las justificaciones que a veces blandimos para situarnos como más o menos pertenecientes según los lugares, donde Ceuta y Melilla, forman una especial sensibilidad por su situación, nos retrotrae a la mejor época cultural, que fue el naciente Al-Ándalus Omeya y posteriormente cumbre almohade, siendo islámicas, eran fundamentalmente españolas. Desde su capital: Sevilla, se dirigía de norte a sur gran parte de nuestro Mediterráneo común. En muchas ocasiones nos empequeñecemos por defender situaciones, donde la historia llena de siglos y aventuras, es mucho más grande que nosotros mismos. Es verdad que en estos momentos los vaivenes de las religiones lo empapan y enturbian todo, pero no por eso deberíamos olvidar que la fuerza de la estirpe siempre empujará más de lo que nosotros pensamos. Seguid viviendo con cautela, pero pensad que vivir es un regalo que debemos cuidar y respetar, sin vanas distracciones.

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