José María Esteban
A finales de año: hacer balance
Los dueños y personalidades banqueras, a lo largo de la historia han ido desarrollando mecanismos de control y poder inagotables
Hacer un balance sobre este maldito año 2020 , va a referirse sin duda a lo ocasionado por la pandemia y pocas cosas más. Se repetirán en casi todos los artículos cuestiones sobre las que hemos ido machacando sus ojos y conciencias estos últimos ... meses. Un monotema que se ha demostrado hasta muy ”jartible”. Las reflexiones coincidirán en estar más preparados para próximos envites, con mejores medios humanos e infraestructuras; saber que nuestras limitaciones, se han evidenciado dramáticamente muy vulnerables; un coincidente pensamiento por el que nuestra salud debe obedecer a precauciones, a veces tan duras y constantemente tensas como usar prolongadamente mascarillas y estar alejados de nuestros semejantes; o finalmente un Brexit recién firmado por los pelos, -y no aludo a ninguna cabeza-, que generará más desconfianzas
Ciertamente esta época nos hará ver con meridiana claridad, como sus daños se pueden combatir con un claro sentido de la globalidad, como ejemplo la vacuna o las ayudas europeas. Estos cambios no radican solo en el uso racional de internet o redes sociales, sino que deben estar basados en la solidaridad, entendida en un mejor reparto y acceso a las defensas y a los medios para sobrevivir en esta cruda realidad. En fin una sociedad ahora muy mercantilizada y consumista, necesitada de mejor y mayor justicia, con soporte social y económico compartido. Todas estas ideas y algo más, será probable que se repitan en todos los balances.
Dicho todo lo anterior, nos apetece como balance anual, una palabra muy bancaria y de contabilidad, hacer unas reflexiones sobre lo que se está produciendo en el rio revuelto, causado por la pandemia, con una ganancia de ávidos pescadores. Haremos balance del 2020, llevándoles por otras reflexiones, fundamentalmente las económicas, que no por duras y distintas, ocultas bajo la prioridad de la salud, están viniendo subrepticia pero astutamente contra nuestros bolsillos y nuestros empleos. Sabemos que nos van a implicar más a los seres mortales en los próximos tiempos, cuando pase el virus, ya que la mayoría funcionamos con el trabajo y el dinero justo. Sobre la supervivencia vital, ya hemos citado en renglones previos y en otros muchos artículos anteriores.
Vamos cada vez menos a los bancos, ¿no es así?. No tenemos más remedio que creernos lo que ya ha pasado en nuestras cuentas a distancia, a renglón seguido con la APP del móvil. Tenemos la sensación de que cuando vamos a las oficinas molestamos, o que no somos del todo bien venidos. Unas veces porque ya no nos miran, o ya casi no nos conocen. Otras porque sentimos ajenos, si no vamos primero a una máquina. Las más, porque nos rechazan si no hacemos las operaciones por las tecnologías aplicadas, como si fuéramos todos unos avispados operadores de consolas informáticas, y eso: unos diligentes digitales como ellos. Supongo que a muchos les pasara algo parecido, al menos lo habrán podido sentir.
Si tuviéremos que adivinar cuál fue el mejor invento en el mundo para que una empresa situara su riesgo empresarial en el mínimo imposible y sus ganancias en el máximo, no sería complicado adivinar cuál. La óptima compañía universal, ha sido, es y será un poseedor de caudal ajeno, utilizándolo sin apenas riesgo. Vaya tipo empresarial. No sé si estarán de acuerdo conmigo, tenemos la sensación de que nuestros ahorros en esas manos allí, siempre merman, o nunca nos devuelven lo que hemos metido. Siempre inexorablemente están cada vez más inseguros y costeados. La materia prima no solo no es comprada por un precio a su propietario, aunque sea mínimo, sino tomada sin nada a cambio. No es valorada en ese contrato virtual o escrito, que nadie sabe leer. Que ni siquiera nos den un céntimo por tener dinero en una sencilla cuenta, como comisión de prestatario, no es nada razonable. Hacienda, por su parte, también les da juego alentando el seguimiento de las trazas sin corazón. El miedo de tener el dinero en la mano, los ha hecho cada vez más duros y astutos. Ese recelo va aumentando con uniones sinérgicas y con menos mostradores de personas que te orienten o te informen serena y amigablemente. La artimaña del dinero virtual lo envuelve todo. Ya te cobran por disponer mínimamente de tu propio recurso.
Los dueños y personalidades banqueras, a lo largo de la historia han ido desarrollando mecanismos de control y poder inagotables. Su desmesura obligaba a sus prestatarios principales, por un acaparamiento irrefrenable, a su expulsión del territorio donde operaban. Ejemplos los tenemos en los días de los Reyes Católicos, de Carlos I, en muchos otros momentos de la historia. Ocurrió en aquellos años gloriosos de los siglos XIII, XV o XVI, donde algunos descendientes de la tribu hebrea y otros muchos acaparadores de erario público y privado, acumulaban con préstamos manipulando las decisiones políticas y comunes, en función de las coartadas del poderoso caballero.
Tanto se está debiendo ahora en el mundo por la pandemia y tantas ganancias acumulándose en los mismos bolsillos, que, o viene en un inmediato perdón económico general, o habrá fuerte deterioro social. Temo que lo que ha sido hasta ahora guerras incruentas, con armas puramente económicas y justificadas en la necesidad sanitaria, puedan llevarnos cada vez más a un desconcierto inusitado y desastroso. No digo nada de los nuevos y riquísimos empresarios de las vacunas, las mascarillas o los productos farmacéuticos, etc. Hace falta avanzar en la conciencia y gestión de la ayuda global y no en los intereses de las grandes y mismas propiedades.
Es de agradecer que con esos recursos juntos y acumulados de muchos pocos, se hagan buenas cosas para el común, o se destinen a funciones sociales, pero siempre resultaran rentables para ellos. Hacer balance en este año, lo vamos a hacer, pero será siempre con resultante algo negativa. Tanto por los atentados a la salud, como para los empleos y los bolsillos. Les aseguro que los que tienen siempre un balance positivo lo tendrán aún más, a pesar de los duros momentos.
Espero no haberles resultado demasiado negativo en este arqueo que hacemos. Disculpen, no ha sido nuestra intención. Quédense con lo importante que será la mejor salud en 2021, muchísimo más esperanzadora con las inyecciones. Siempre que hay polvo en el ambiente o una tormenta de arena sacude la atmósfera, el dinero, que nunca lleva mascarillas, sabe adentrarse interesado y artero por los entresijos. Lentamente se manifiesta con cierta ferocidad, en vez de ser mucho más diligente en la participación y las obligadas ayudas para que los negocios puedan ser más humanos. Pregúntenles a muchos de los grandes, medianos o pequeños autónomos, como lo están pasando, o lo van a pasar. Salud y seguid luchando por la vida, que vale la pena y se nos muestra como el auténtico capital de la existencia.