José María Esteban

El espacio público de los privados en Cádiz

Cádiz debía llegar a un acuerdo sobre la utilización de los espacios públicos por la hostelería y temas coyunturales que ocupaban en demasía el espacio libre del ciudadano

José María Esteban

Ya dijimos hace algunos meses que Cádiz debía llegar a un acuerdo sobre la utilización de los espacios públicos por la hostelería y temas coyunturales que ocupaban en demasía el espacio libre del ciudadano. Ya se han firmado y promulgado las Ordenanzas Reguladoras ... de Terrazas y otros elementos y anexos en establecimiento de Hostelería. Ahora a cumplirlas

En primer lugar debemos congratularnos que haya habido fumata blanca entres los agentes de este asunto: Ayuntamiento, hoteleros, vecinos y otros interesados en la utilización de los espacios más allá de los propios lugares de ocio y esparcimientos. Ha costado mucho, pero se ha conseguido.

Las Ordenanzas, con 4 títulos y 48 artículos, dejan claro, o al menos quieren fijar, los límites y ocupaciones de dichas utilizaciones en las vías públicas. Criterios de seguridad, accesibilidad, ruidos, horarios, respeto al vecindario y los propios intereses de los hosteleros en algo que el ciudadano y los turistas también demandan en esta ciudad, con tantos días de esplendido sol.

Bienvenida sea la Ordenanza. Antes no había ninguna. Otra asignatura pendiente por aprobar. La intuyo como una primera aproximación para resolver los temas de saturación, más que para fijar criterios de respeto en la defensa de los intereses públicos del común, frente a de los privados. Horeca siempre ha defendido los empleos, la necesidad de su función, la revitalización de plazas, pero apenas admitía la sobreexplotación en algunos itinerarios con mayor dificultad en entenderse.

La ciudad de Cádiz, demandaba, ya que sus plazas y espacios abiertos, no son en ninguna manera comparables a los de otras ciudades, este laudo. Lo digo por escasos y pequeñitos. Cadiz es una ciudad muy apretada. Aquí a una calle ancha la llamamos plaza y a una encrucijada la llamamos plazoleta. Esta ciudad ha generado reducidos espacios públicos, en su mayor parte productos de la desamortización del gaditano Mendizábal allá por 1835. Nunca mejor dicho gracias a Dios, aunque sea una paradoja, ampliando con ello, lo que antes solo era San Antonio como plaza de Armas, San Juan de Dios, Catedral y pocas más, relativamente recientes.

Es por eso que hay que saber defender lo poquito que tengamos libre para juego de nuestros niños, paseo y descanso de personas de mayor edad, circulación de discapacitados, bicis, etc. Simplemente el uso ancestral de las ágoras mediterráneas, que distingue el carácter social amable, agradable y de útil relación ciudadana, como enuncia en sus principios la Ordenanza.

La normativa debería haber tratado también, el uso en ciertas plazas, como la de la Catedral o de San Antonio, por ejemplo, donde aterrizan a veces, incluso con pago para su entrada, ovnis que las ocupan con demasiada indolencia municipal y de los defensores del entorno y disfrute del Monumento. Algo se ha avanzado.

Veamos cómo funcionan las rayitas y botones que los hosteleros deben colocar en el suelo. No vaya a ser que cuando lleguemos a tomarnos una copa y nos abramos cada vez más con los agregados que siempre llegan, no sea solo el Ayuntamiento el que tenga que decir que no cabemos, sino que alcancemos una cultura de respeto entre todos nosotros, por esta ciudad que se lo merece siempre. Salud.

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