José María Esteban

La escala de la ciudad inmediata

Esta nueva era del bicho, nos debe devolver una ciudad mucho más sana

La calle Ancha, en el centro de Cádiz. A.V.

José María Esteban

La historia de la ciudad se ha ido debatiendo entre los conceptos de ocupación concentrada o extensividad. Oswaldo Spengler hablaba de la necesidad de entender que «la obra más grandiosa del hombre es la ciudad» , y también que «la historia universal es la ... historia del hombre urbano», y mujer, como prefieran.

En esta época, donde hemos llegado a calmar la ciudad hasta el límite de verla ausente, sin el aliento humano en unos meses ni el ruido de motores, nos hace pensar sobre su dimensión y valore s. Lo hemos dicho en ocasiones anteriores, sobre su tamaño y disfrute. La acumulación de ciudades en forma de mancha de aceite ha generado nuestros cascos históricos, donde siempre nos encontramos dimensionados y auténticos. La producción de objetos en altura, con el movimiento internacional y los nuevos materiales, han generado torres en ensanches repetitivos e iguales, donde el concepto de ciudad no ha llegado a consolidarse por mimético.

El hombre urbano rechazó en cierta forma la ciudad intensiva en barrios impersonales con poco espacio común y acudió presuroso a la compra de chalets en ciudades jardín o adosados, como si en ello se encontrara la solución de estar más cerca del campo al disponer de una ridículo césped por delante y por detrás. Siempre mantuvo la esperanza de su identidad en los Centros Históricos . Lo que si vamos descubriendo es que debe haber nuevos modelos que nos permitan ser algo más felices en el hábitat que elegimos.

No cabe duda que un elemento clave es la proporción de las ciudades. No es posible encontrar soluciones suficientes donde solo los desplazamientos sean los protagonistas de nuestra existencia, y con ello los vehículos, sean públicos o privados. Por un mal dimensionamiento, los elementos comunes se han convertido en caminos o islas inhóspitos donde el vehículo es el único propietario. Necesitamos una ciudad más calmada , limitada y que nos permita desarrollar nuestras necesidades urbanas y vivencias en un entendimiento cercano, amable y satisfactorio.

La extensión máxima de una ciudad, como modelo, nunca se ha conseguido , por más Tres Cantos, Forest City, Nurkent, etc. o ilusorias modernidades chinas, a las que no se les pondrá nunca coto de crecimiento. La solución en mi opinión como puede haber muchas, está en disponer de un espacio urbano público sensible, controlado y donde el eje de la ciudad sea el uso por el ciudadano. Pero no utilizado como coartada, sino donde realmente la felicidad de habitarlo sea verdadera y sentida. La residencia, el empleo, la diversión, la cultura y las funciones urbanas deben estar todas en distancias abarcables y cercanas. Eso ese consigue con escalas proporcionadas de las que la historia del urbanismo produjo en cantidad, pero todas superadas cuando el coche se adueñó de ellas. El vehículo hace imposible fijar el límite urbano y no hace dueño al ciudadano, sino al motor.

Cádiz es una ciudad con un tamaño ideal, y lo digo como ciudad completa, o sea Cádiz y Puerta de Tierra. Posee una dimensión donde para ir de punta a punta solo hay que caminar una hora y media como mucho, y es en parte una ciudad lineal. En Cai, Cai, o sea en la almendra histórica, solo con 15 minutos podemos atravesar su diámetro. Los modelos de actividad urbana deben dirigirse a rehabilitar los espacios urbanos, reconquistarlos para el ciudadano, permitiendo generar un sentido de autenticidad e identidad que haga que la ciudad funcione.

Si, el coronavirus nos está sugiriendo que la ciudad es más afable con menos tráfico , persigamos ese modelo. Las viviendas deben ser dignas y habitables; el trabajo puede estar cerca de ella o en ella misma; y los recursos y consumos deben hacerse en emplazamientos más sostenibles y próximos. Todo ello frente a un mundo obseso por la distancia, extensión y la economía. Si hacemos más amo de la ciudad a su habitante, creo que todo puede ir mejor. Podrían ser los objetivos básicos del próximo PGOU.

No hago una defensa populista de lo que ahora se hace en Cádiz, que tiene graves correcciones que hacer y falta de alternativas que ofrecer. Sobretodo en la planificación, comunicación y el ritmo de transformación que debe superar los mandatos políticos. Lo que digo es que esta nueva era del bicho, nos debe devolver una ciudad mucho más sana, vivible y de la que seamos dueños de verdad y no solo del fiscalizador y su moneda.

Salud y andemos más , enmascarados por ahora y con cuidado, pero andemos mucho más.

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