Entre lo tectónico y lo orgánico
Seguimos hoy sometidos a la rigidez de esas teorías que el líder decantó en La Ville Savoye, un modelo de orden estructural externo y libertad funcional interior
Hace unos meses, comentamos algunos aspectos que hoy vamos a recordar en este artículo. Allí en ‘Hoy hablaremos de Arquitectura’ se manifestaban mis inquietudes en entender qué relaciones hay para el arte, entre los dos mundos superpuestos de la inverosímil y etérea atracción de la ... tierra y nuestra débil naturaleza como ocupantes superpuestos de este planeta. No sé para cuánto tiempo más.
Pionero en lograr fundir lo tectónico y lo orgánico fue el inteligente Charles-Édouard Jeanneret-Gris, conocido como Le Corbusier, para unos cuantos ‘Tito Corbu’. También lo fueron Lloyd Wright y Saarinen. Ellos, adivinan la mágica macla entre las leyes de la inexorable física terráquea y nuestras propias y animales originalidades. Nacido en Suiza en 1887, Le Corbusier se nacionalizó francés en 1930. Sus maravillosas obras, con el uso de los nuevos materiales, como ocurre siempre en los grandes avances de la arquitectura, se reparten por todo el orbe. Brillantes discípulos como: Oscar Niemeyer en Brasil, Luis Barragan en Méjico, Jean Bossu en Francia y Argelia, Kunio Maekawa en Japón, Jose Luis Sert en España, etcétera... Traducen al maestro y lo erigen como el creador del Movimiento Moderno
Seguimos hoy sometidos a la rigidez de esas teorías que el líder decantó en La Ville Savoye, un modelo de orden estructural externo y libertad funcional interior. Hoy las obras de Frank Ghery, Jean Nouvell, o cualquiera de nuestros mejores arquitectos vivos, evocan aquellos ritmos. El Movimiento se llamó Internacional, porque bebiendo en las arquitecturas originales de cada sitio, se fueron estableciendo como cuidados tampones por toda la faz de la tierra. Un movimiento básicamente funcionalista, del que aún no hemos salido desde hace un siglo.
El diseño de cajas y volúmenes modulares que rescatan la lección de Roma del líder, con la yuxtaposición de las curvas y etéreos cuerpos organicistas de hormigones imposibles y poderosos, es la fuente de inspiración que traduce la lucha sempiterna en el mundo de la Creatividad y el Arte. Sucede desde que surgimos en esta bola de roca y fuego. Valga también como ejemplo: la bella Capilla de Ntra. Señora du Haut en Ronchamp, donde la luz es dirigida y sostenida por el material, en bulbos y diedros que obteniendo la mejor función que se persigue, confinan en «la flor» un gran espíritu de religiosidad. Para Le Corbusier la belleza reside en la mejor funcionalidad.
En estos mundos actuales donde seguimos enredados en malas artes para ser poderosos, poniéndolo todo en peligro, no somos capaces de entender que estamos aquí de prestado, como habitantes provisionales. Vivimos en esta esfera, con sus cristales, poliedros y sus atmósferas cíclicas y nos empeñamos en modificar impotentemente lo inmanente. Copiar lo mejor de la naturaleza y asumir nuestro ridículo papel en ella, posibilitará un mejor futuro.
Las leyes de la sostenibilidad, la ausencia de cordura en el dominio de los territorios, y la sana inquietud de que por más que dañemos la naturaleza, su saber universal se revelara contra nosotros, obligan a reflexionar en la sensatez de los pensamientos y maravillosas arquitecturas.
El maestro no ha sido aún superado. Tampoco superaremos nuestra estúpida pequeñez de saber respetar este bello lugar al que nos han traído, creo que de muy lejos. Cuidaros que siguen las esferitas con trompetas, y las Semanas Santas y reuniones sin mascarillas, nos traerán nuevas olas. Es una de las formas de autodefensa de nuestro paisaje provisional.