José María Esteban
El día después
En estas últimas elecciones centrales, se ha discutido sobre temas que nada tienen que ver con programas y soluciones de nuestras comunidades
Ha sido como otros muchos días después. El mismo sabor de boca agridulce sobre los resultados. Un cierta y repetida desazón se reitera en cada encuentro con las urnas, que no aumenta nuestro respeto por las reglas de juego, ni los repartidores de cartas. Una ... agria sensación de encontranos de nuevo en la casilla de salida. Reglas, depuradas desde que Grecia, nuestro origen cultural, nos enseñó allá por el S.VI antes de nuestra era, para representar el poder dignamente elegido en la palestra pública. Esa palabra para el gobierno de los Atenienses fue instaurada como equilibrio eficaz en el sostenimiento de las sociedades. Democracia, en origen significaba eso, la ética representación del poder del pueblo, para evitar traidores, corruptos y tiranos. Un sistema que se ha mantenido tantos siglos, con pequeñas modificacisones, como el menos malo de los sitemas politicos para permitir una cierta participación mancomunada. Útimamente aquí, se ha ido disolviendo de lo común hacia la lucha por el imperio de los grupúsculos, más que por la mejora de la sociedades.
Sean las elecciones que sean, al final ganan todos ellos y perdemos un poco todos nosotros. No lo digo por las cuentas finales y sus futuras sumas, el sistema no se ha depurado en eso interasadamente. Lo digo por la apestosa y embarrada lona, por decir algo, en que se convierte la palestra, bastante alejada de los democráticos y respetuosos encuentros. Al final, siguen prevaleciendo las teatrales formas de defender las caras, por encima de la defensa de las ideas para un mejor consenso y desarroollo. Posiblemente estas últimas elecciones centrales, sean las que más han discutido sobre temas que nada tienen que ver con programas y soluciones de nuestras comunidades.
En la cita, que debiera ser una lid de palabras y programas, ya se han introducido nuevas armas. No casi de verdad, sino de verdad auténtica, que nos devuelven y sumerjen en los tiempos catastróficos. Los mensajes anónimos de los terroristas, vuelven a pisar el ring intentando modificar la opinión del árbitro. Pocas personas saben lo que suponen estas aberraciones en la creacion de opinión. Los que las ultilizan, saben perfectamente como en el manual estos rasgos cobardes orientan la papeleta.
En su poema ‘Y vinieron por mí’, que muchos atribuyeron falsamente a Bertolt Brecht, cuando era de Martin Niemöller en 1946, se encierran muchos caminos ya andados. Niemöller, un pastor alemán que defendió las ideas de Hitler en principio, pero que luego se dio cuenta de sus desvaríos, defendía en sus profecías tanto a comunistas, socialdemócratas como a los judíos. Es decir, sus ideas eran para todos, como un sustratum, o sea la esencia, de agregación por la defensa de lo mejor de la sociedad, donde todos caben de forma ordenada y respetuosa. No avanzamos. Menos en este país. No creo que sea solo falta de liderazgo con mirada a futuro, es también cuestión de unas colectividades, cada día menos estructuradas alrededor de la elección de soluciones y valores. Estas figuras de representación, por hoy, nos aportan instintos cada vez menos ciudadanos. La pandemia, ha hecho más mella aún.
Por supuesto que tal como están escritas las reglas, los que ganan, ganan, y los que se unen pueden gobernar. Sin embargo, como también está pasando en una comunidad del nordeste, donde aún esperan interminablemente llegar a acuerdos, por lo complicado de ir contra marea mayoritaria, seguirán las guerrillas después de las batallas. Solo esperamos, al menos yo lo espero, que la razón, la ética, la tolerancia y la fina pugna por esa justicia básica impere. Por encima de la palabra griega, debemos rescatar mejores citas que nos conviertan el día después en un día de verdadera celebración y respetable agregación democrática. Salud.