José María Esteban
El debate sigue vivo
El teutón Walhalla, construido entre 1864 y 1842 en Regensburg (Baviera) con proyecto del arquitecto Leo Von Klenze, maravilla por la capacidad de reencontramos con la historia antigua, aquí manipulada para el poder
Recientemente he visitado una imagen referente de las Bellas Artes, muy cosida a mi memoria. Su dimensión exacta, mágicamente proporcionada, deslumbra reconstruida tan lejana de su lugar de creación. El teutón Walhalla, construido entre 1864 y 1842 en Regensburg (Baviera), -Ratisbona para nosotros-, con proyecto ... del arquitecto Leo Von Klenze, maravilla por la capacidad de reencontramos con la historia antigua, aquí manipulada para el poder. Podemos encontrar en esta copia la definición del orden exacto en su perfecto períptero dórico y el interior de la nave. Incluso su altar y su dios, esta vez en forma de Luis I de Baviera, megalómano que lo mandó edificar, acompañado con decenas de ilustres personajes de la Historia y las Artes. Un nuevo templo dedicado a la sabiduría de la ilustración neoclásica en aquellos tiempos.
El Partenón, - cuya réplica exacta es el Walhalla-, edificado en la Acrópolis de Atenas entre 447-438 a.c., tiempos de Pericles, fue diseñado por los arquitectos Ictino y Calícrates. Fidias, el más excelso escultor de la historia, lo completó con su maravillosa estatuaria. Dedicado a Atenea Pártenos, diosa protectora de la capital, se erigió sobre otro anterior destruido por Jerjes I el Persa. Tuvo muchos usos posteriores, cristiano, islámico, etc., hasta que, en 1687, usado como polvorín turco, fue bombardeado por los venecianos, haciendo estallar en mil fragmentos la fulgurante obra fidiana. D. Thomas Bruce, Conde de Elgin, compra en 1806 restos de algunas esculturas y las vende al Museo Británico en 1816. Son los mármoles de Elgin, expuestos hoy secamente y sin contexto en una amplia sala.
En España, la controversia arqueológica, fundamentalmente Cultural, con la Dama de Elche, la Ley Flavia Malacitana o los toros talayóticos de Costix, entre otros, es un difícil e importante debate sobre la procedencia, retorno y seguridad de las obras de arte. Como con los altorrelieves del Partenón, solicitados desde hace lustros, son reflexiones que deben hacerse sin pacatos provincialismos. Casi todos los lugares tienen ya suficientes museos donde exponer sus Bellas Artes. Poseen las mejores condiciones de su protección y divulgación para las generaciones venideras. Aunque la historia avisa arriesgadamente de vez en cuando, fíjense lo ocurrido en Iran e Irak. Al tratarse de nuestro Museo Nacional, que se preocupó de adquirir, investigar, conservar, restaurar las esencias culturales de un país, los criterios demagógicos no deben primar.
En mi opinión los mármoles de Elgin deben regresar a Atenas. Tienen que estar en el contexto cultural de su país que es Grecia, o sea Europa, y más después del Brexit. Si los británicos devolvieran lo que no fue suyo, incluso un peñón cercano, poco les quedaría. Que hagan “Walhallas”. Sobre las piezas citadas de España y otras como el sacerdote fenicio de Cádiz, no tengo dudas, deben, en mi opinión, permanecer en el Museo Arqueológico Nacional. Podemos exigir, si se trata de mejorar la divulgación, como se hizo en Altamira, buenas replicas que completen los museos periféricos. Pero no desmontemos la verdad de las civilizaciones reunidas juntas en una Gran Casa, que resume, custodia, cómoda y en perfectas condiciones la mejor aventura de nuestro suceder Histórico, Patrimonial y Cultural.
Cuando uno defiende lo que cree correcto contra corriente, no sale en la foto. He saludado personalmente hace pocas horas a la afectada. La cámara pasa por muchas manos y se hace mucho daño con decisiones inoportunas, mejor dicho, demasiado oportunistas. Cuidaros, el virus sigue, así que sin debates: vacunas y prevenciones.
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