José María Esteban
La cultura de caminar las ciudades
Cádiz es una ciudad de una dimensión perfecta
Hace unos meses, justo antes de la confinación, Cádiz celebro el VII Congreso de ‘Ciudades que Caminan’ a la que acudieron referentes de otras urbes con experiencias muy consolidadas o en marcha. Hay que celebrar que en los modelos de ciudad por una mejor movilidad ... y sostenibilidad, Cádiz camine, nunca mejor dicho, en el horizonte necesario y justo. La ciudad totalmente calmada de estos últimos marzo, abril, mayo y parte de junio, que va despertando en estos momentos definitivamente, es una prueba para comprender ese camino.
Quizás, no solo hay tanto que realizar congresos de sabios, que se escuchan a sí mismos, -también necesario por supuesto, pero en su justa medida-, cuanto generar una participación ciudadana en estos fenómenos para que la cultura cale. Los tiempos culturales del cambio en el uso y entendimiento de las ciudades, créanme, son cambios de naturaleza cultural y de participación, no por decreto. Las prioridades, como hemos dicho reiteradamente en esta nueva era, requerirán disfrutar los fenómenos sociales con mayor consenso y dulzura. Exigirán nuevos conocimientos, entendimientos, y sobre todo tiempo para ser asumidos por el ciudadano de una forma natural y no forzada. La movilidad fundamentalmente se verá restringida por muchos y nuevos motivos, ya que el coronavirus parece que ha venido a convivir en cierta manera con nosotros, durante un tiempo que no controlamos.
Cádiz es una ciudad de una dimensión perfecta. Su casco histórico, tarde o temprano, podría convertirse en una zona casi exclusivamente peatonal, por lo tanto más segura. Se cometieron muchos errores en los gobiernos anteriores, colocando aparcamientos subterráneos en el perímetro e interior de la zona antigua, también para los vehículos externos. Olvidó facultar soluciones para los ciudadanos residentes. El PGOU sigue prohibiendo los edificios en altura solo para aparcamientos, que deberían permitirse, aunque solo fuera para aquellos. Al no haber alternativa, los existentes subterráneos semiprivados, ya lo dije hace mucho tiempo, deben ser utilizados exclusivamente por los que viven en el centro.
Esta ciudad amable, con tráfico calmado, cuyo recorrido de parte a parte no ocupa más de quince minutos, será una Siena futura. Es delicioso ir disfrutando de su caserío, sus calles, sus plazas, sus mil y un cierros. Sus nobles edificios, a veces no tan cuidados, y sobre todo sus gentes, su modus vivendi, sus puestos inesperados y matices propios, que nos sitúan, a veces en un Al Ándalus reciente, o en una dieciochesca portuaria. En fin, es como un museo viviente, con gente que la habita y la hacen latir con un corazón muy personal y diferente.
Muy bien por la dirección tomada en la peatonalización de la ciudad. Sus carriles bici, sus zonas restringidas, sus limitaciones en velocidad, todo nos traerá usos más sostenibles. Pero no olvidemos que los ciudadanos que hacen que esta ciudad sea tan bella de visitar y habitar, tienen que tener alternativas para sus vehículos, y no mandarlos a Puertas de Tierra a aparcar, cosa que también es difícil.
Convirtamos los espacios posibles y aparcamientos del casco en zonas exclusivas de los gaditanos. Aplíquense precios lógicos y razonables, que harán que la amortización y su pago sean posibles y adecuados. Los vehículos privados del exterior deben quedarse en zonas previas al paso de Puertas de Tierra. Los demás, vengan en transporte público. Los abastecimientos y entradas en establecimientos hosteleros, comerciales y de abastos son fáciles de situar en horarios e itinerarios que no perturben este sistema. En las grandes ciudades turísticas de Europa, la movilidad peatonal y el abastecimiento son atendidos compatibilizando transportes y tiempos. El modelo de ciudad ágil, sostenible y gustosa, ya que vamos saliendo por fin de esta pesadilla, debe ir por ese camino. Pero ojo con el compás, las alternativas y las prioridades. Ah, y sigan sin olvidarse de las distancias, limpiezas y mascarillas. Salud.