José María Esteban

La culpa fue del algoritmo

Esta Era Tecno que nos toca vivir, con mecanismos necesarios para ahorrar tiempo y distancias, camina inexorablemente hacia la disolución de la toma de iniciativa personal y reflexiva

José María Esteban

Cada vez es más común escuchar que todo ocurre porque así lo quiere un señor, cuyo nombre solo conocíamos los que hemos estudiado mucha matemática y mucha álgebra. Hoy en día se ha convertido en un todopoderoso, se llama Don Algoritmo.

Para quien no lo ... sepa, la algoritmia es la ciencia que estudia los cálculos matemáticos y algebraicos. Por nuestra profesión, hemos tenido que machacar nuestros cerebros haciendo innumerables números, a través de unas leyes sistemáticas que te llevan a resolver los problemas y conseguir ese resultado que necesitas para aplicarlo prácticamente. El algoritmo es eso, una serie de pasos lógicos que permiten solucionar un problema. Como ejemplos podemos sacar aquí cualquier manual de montaje de IKEA, o un papel con las instrucciones para ejecutar una acción programada, automática o previamente establecida. Hoy nos dicen que todo es culpa del irrefrenable algoritmo.

La Tecnología es la que nos presiona a este nuevo mundo de Orwen. George Orwen en ‘1984’, novela distópica (lo opuesto a la utopía) publicada en 1949, nos plantea un mundo donde dominan los totalitarismos. Algo que tiene un gran reflejo en esta época de populismos, máquinas y miedos, cuyo escenario nos toca vivir. Ese control, trasladando aquellas ideas a nuestros móviles, las redes sociales o la robótica, obedece a un muy premeditado estudio. Los réditos del conocimiento son utilizados por los entes económicos, para obtener suculentas plusvalías. Eso que comercialmente en un mercado libre, podría ser hasta admisible, no parece presentable si se hace sin respeto. En esos procedimientos van vigiladas nuestras intenciones que, conocidas y controladas, nos convierten en dianas de otros grandes intereses, menos humanos.

El mundo de nuestros hijos, nietos y deudores tiene un gran reto futuro, será poner coto y control sobre el poder de los desarrollos de estos sistemas. Nos esclavizan a dispositivos, y decir y hacer cosas guiadas por esos monstruitos que llamamos algoritmos. Nos preocuparíamos de usarlos, si supiéramos cómo nos utilizan.

Esta Era Tecno que nos toca vivir, con mecanismos necesarios para ahorrar tiempo y distancias, camina inexorablemente hacia la disolución de la toma de iniciativa personal y reflexiva. Nos sitúa en un tiempo previamente decidido. Siendo útiles como herramientas, te encuentras sometido perdiendo tu voluntad. Los tratos impersonales en los bancos; las exclusivas comunicaciones online; los que te despiertan a deshora; los imposibles caminos de tacto personal, etc. Todo nos encauza a un destino incierto de virtualismos, que nos alejan de la real y cercana relación. Y encima nos amenazan con cortes de luz.

¿Qué hacer? La cosa es complicada, el uso se ha convertido ya en droga. Es difícil establecer la comunicación si no es con aparatitos que encierran la maldad de lo anónimo. Pocos son capaces de controlarlo. Habría que generar un tipo nuevo de cultura de uso, donde empecemos a situar las urgencias y las normalidades cada una en su sitio. Vamos a contra corriente y eso nos va a pedir, sobre todo a nuestros herederos, un cambio de rumbo en sus utilizaciones, o serán esclavos del bichito. Soy optimista, al creer que todo tiempo pasado fue mejor. Quizás esto sea ahora así, porque debe ser así, para que sea pasado y mejor de lo que venga. Pero no me gusta, como la pandemia, que es un feo algoritmo de difícil control. Salud y cuidaos.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios