José María Esteban
Como una insaciable lava palmeña
Somos como monaguillos, que a la mirada del rector ofertante movemos las campanillas como música de embelesamiento, llamando solo para descansar
Cuando se le ven las orejas al lobo, es cuando los corderos se ponen a buen recaudo. Asiduamente, en la política se aplica este dicho popular, cambiando actitudes ante el peligro que se adivina en los votos. Los periodos de planificación, trabajo y desarrollo, que ... deben estar ajustados y cumplidos como si de una pauta de vacunación o farmacia se tratara, campan por su incumplimiento en este país. Los ejemplos ahora vienen por doquier y viendo cercanas las elecciones, todos ofrecen hacer muchas cosas a última hora.
Cuando hay que ir buscando complicidades para que una tramitación tan importante como los presupuestos estatales prosperen o, por ejemplo, algunos temas eternos de nuestra ciudad, las mesas de póker, apuestas y las promesas se hacen más aparentes. Incluso cambiamos las fechas a la luna de cuaresma. Lo que ocurre en el norte a la derecha, y también al otro lado del cuello de nuestra cabecita geográfica, desde hace tantos tiempos, es insufrible. Hay una enorme e ilimitada intransigencia que exprime las ubres de esta piel de vaca, alimentando más al norte que al sur. Concluyentemente en las ardientes Canarias, Extremadura o Andalucía, y especialmente aquí en Cádiz o entorno, muchos temas olvidados, siguen en el: yo prometo, desde que se murieron muchos.
La memoria histórica busca justa reparación por lo ocurrido hace ya más de cuarenta años. Sin embrago, desde entonces se ha perdido toda la memoria de solidaridad y desarrollo armónico igualitario en todos los territorios de España. Todo ajustado en sumisas acciones que, en vez de ser reconocidas desde la obediente unidad territorial, son contrariamente distraídas y despreciadas. Tanto Andalucía como Extremadura siguen liderando grandes déficits infraestructurales y empleabilidad. Somos auténticos forjadores de extranjería. 780.000 jóvenes se fueron de sus comunidades autónomas más pobres entre 2013 y 2017. El 80,7% a otros lugares de España más ricos, y el 19,3 % al extranjero, o sea aquí, casi 300.000 jóvenes desde la última crisis de 2008. Estos GEPSP, que traducido resulta: jóvenes emigrantes sobradamente preparados, supone una sangría que quita futuro a este sur del sur.
Los procesos de desindustrialización y por ende de tercerización inestable de algunos territorios como los citados, e incluso los castellanos viejos, convierten esta España económicamente vaciada del sur, en zona de camisa blanca y pantalón negro. Se nutren de nuestros mejores talentos. Un bucle que hará más deprimidas y menos competitivas nuestras zonas. Este tema no solo asusta y envenena, sino que encima cuando oímos que la moneda de cambio es una ampliación de aeropuerto, o la dotación de mayores recursos industriales, nos revolvemos como almas errantes y desconsoladas. Aquí los caminos no se han terminado, ni los muelles, ni los pantanos, etc. Algo con Europa llegó, pero no a todos por igual.
Eso sí, los más obedientes para vacunarnos y los más dóciles en asumir leyes de desigualdad controlada. Somos como monaguillos, que a la mirada del rector ofertante movemos las campanillas como música de embelesamiento, llamando solo para descansar. Son los resultados de una historia reconquistada sin luchas.
Cuídense del virus, pero cuidémonos también del futuro inmediato tan cicatero, frente a los egoísmos de aquellos que solo viven en un chantajeante mundo de riquezas sin fin. Son como una insaciable lava palmeña. Mientras, seguirán nuestros campos agostados por la falta de aguas y chimeneas blancas. Las decisiones, ya sean de un color o de otro, dejan aquí las escurriduras. Nosotros seguiremos cantando aquello de por Andalucía Libre, España y la Humanidad. No sé a qué libertad, a qué España ni a que Humanidad nos referimos.
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